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Otro paso del Alavés hacia la permanencia en Vitoria ante el tercer clasificado de la de la Liga, un Atlético de Madrid que en realidad ... se jugaba sobre todo su honor, más que los puntos. De esta forma, jugó por inercia con su equipo titular, pero la verdad, y como ya le ha pasado con otros equipos inferiores, apenas nos creó peligro. A nosotros sólo nos faltó haberle hincado un poco más el diente, aunque igual tampoco nos convenía despertar a la fiera; es decir, le incomodamos pero no le intimidamos.
La primera parte fue anodina y apenas pasó nada, que por otro lado ni tan mal. Se volvieron a evitar los regalos en defensa, que no es poco, con mucha concentración para destruir, pero no tanta precisión para crear. Y para empezar, el capitán vitoriano Guevara fue de la partida y además salvador, al sacar un balón en la línea de gol tras la reanudación. El tocado Jordán le suplió después, para intentar armar más el juego y complementarse con Protesoni en lugar de un Guridi ya cansado. La otra novedad del once fue Aleñá para fortificar más si cabe la medular. Sin embargo, no llegaron a evitar que el rival tuviera una mayor posesión.
El Atlético era superior, pero tampoco lo demostró tanto, a pesar de sus individualidades y con cambio de cromos en el campo, ya que ha ido repescando a jugadores que nos cedía como Giuliano. Y tenemos a futbolistas con pasado rojiblanco como los defensas Mouriño y Manu Sánchez, así como Carlos Martín, que ayer fue el sacrificado. Sin embargo, a falta de media hora para el final del encuentro, Simeone quemó sus naves, con recambios más hambrientos, que obligaron a que nuestro portero Sivera apareciera con su mano milagrosa. También tuvo mérito la reacción del Alavés, y cómo no, Kike García se fabricó dos ocasiones en las que Oblak también paró de maravilla. Es decir, un rival forastero no demasiado motivado y con mayor calidad en sus botas, frente a una escuadra local necesitada que jugó más como equipo.
Las ayudas en los duelos de cuerpo a cuerpo eran innegociables. La fortaleza física y el corazón equilibraron la balanza. Hay que reconocer que este Alavés parece estar en su mejor momento –lo que tampoco era tan difícil– y justo en el tramo final y decisivo del curso. Aun así, se agarra a los jugadores justos como fiables, porque ayer también se dejó dos posibles cambios en el banquillo. Por lo tanto, se desarrolló un duelo en el que apenas pasó nada, como igual nos convenía, pero quedará la duda de qué hubiera pasado si hubiéramos insistido un poco más, por lo que tendremos que ir sufriendo con cuentagotas hasta que suene la bocina.
Ya habrá opciones en las cuatro jornadas restantes de arriesgar más o menos, porque de momento seguimos estando fuera de la quema, sin depender de los rivales. Eso sí, tampoco conviene fiarlo todo siempre a que haya tres escuadras peores, sino hacer los deberes cuanto antes. En este sentido, nos la seguiremos jugando en el próximo derbi de San Mamés ante un Athletic que puede jugarse poco. También, en la próxima visita del Valencia, que casi está salvado tras su victoria en Las Palmas (de esta forma hay un triunfo más sobre el abismo). Cuando no podemos fallar es en casa del descendido y colista Valladolid, pero cuidado con este tipo de partidos 'trampa', donde jugaremos ante una afición que querrá despedirse de Primera con una mínima alegría. Y en la última visita de Osasuna, espero que no tengamos que jugarnos nada o que por lo menos, ellos no tengan opciones para clasificarse para alguna competición europea.
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