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Chalet en Bizkaia (caserío rosa en Barrika)
¿Un caserío rosa? El chalet estiloso de una pareja y sus dos hijos en BarrikaCerca de los acantilados de Barrika, los arquitectos María José Orihuela y Jon Polo, de Polo Estudio, han reinterpretado el caserío vasco al concebir una casa en hormigón rosa que conjuga tradición y modernidad. El deseo del propietario era adquirir un caserío para rehabilitarlo como vivienda, pero cambió de idea al encontrar un solar vacío en este entorno privilegiado. «El reto era hacer una casa nueva manteniendo algunos valores constructivos del caserío vasco, pero sin repetir lo antiguo. Queríamos conseguirlo con un aspecto renovado, materiales actuales y respondiendo a las necesidades de hoy en día», explica Jon, segunda generación al frente de este estudio de arquitectura de Leioa que creó su padre hace 34 años.
En esta vivienda, de 420 metros, han mantenido aquellos elementos del caserío tradicional que encajan con un estilo de vida actual: el porche y el tejado a dos aguas. Un encargo ambicioso de un antiguo cliente que ha vuelto a ponerse en sus manos. «Hace unos años le hicimos su farmacia y ahora ha confiado en nosotros para crear su casa. Aunque concebimos viviendas y locales comerciales, podría decirse que estamos especializados en farmacias, porque nos llegan proyectos de distintos puntos de España e incluso de Europa», cuenta Jon.
Esta vivienda, en la que vive una pareja con sus dos hijos pequeños, tiene un porche de entrada, en la zona norte; y otro más grande, orientado hacia el sur, que sirve como espacio recreativo y zona de paso, ya que conecta el salón con el exterior. Además, la casa dispone de una terraza en el piso superior, concebida para descansar y contemplar el amanecer en la intimidad, ya que no es visible desde la calle ni desde el jardín.
La vivienda se divide en dos plantas, en la baja está la zona de día, que acoge una habitación de invitados y un salón-comedor con cocina abierta conectado directamente al jardín por una gran puerta acristalada y corrediza. En el primer piso tiene un dormitorio principal, con una terraza privada con vistas a la bahía de Plentzia, y otro secundario. Además, la casa está pensada para generar un bajo consumo energético: «Tiene un gran aislamiento y cuenta con suelo radiante con geotermia».
En el salón, los muebles de madera y los tonos neutros aportan calidez a esta estancia. El sofá es un diseño de Mario Ruiz para Joquer, de la tienda de Getxo Galea Home. Y el cuadro del fondo ha sido creado para este proyecto por la firma vizcaína Dok Atelier, capitaneada por Leire Zabala y Haritz Oyaga, que también han realizado otras dos obras para el salón y la cocina. En el comedor, la gran mesa de roble macizo tintado de Rowico Sweden, más oscura, destaca sobre los colores suaves del resto del espacio.
La cocina, de madera de roble tintada, es un diseño de Polo Estudio. Las dos puertas laterales se abren a un lavadero y una pequeña despensa. Rodeando la isla, adquieren protagonismo los taburetes de roble macizo de Nathan Yong para Etnicraft, adquiridos también en Galea Home. «También nos encargamos del interiorismo, es decir, entregamos casas listas para entrar a vivir que siguen una misma línea estética tanto por dentro como por fuera», precisa el arquitecto.
Al estar bañada por el mar Cantábrico, los arquitectos querían configurar un bloque compacto que resistiese las inclemencias del tiempo. «El caserío tradicional tiene ventanas muy pequeñas y grandes muros de piedra. En este caso, los muros son de hormigón y hacen de estructura y de fachada al mismo tiempo, permitiendo una apertura de huecos mucho más generosa y una gran entrada de luz», explica Polo. Para suavizar e integrar en el paisaje el hormigón, optaron por un acabado siena cuyo matiz varía en función de la hora del día y el paso del tiempo. «No hemos utilizado pintura, sino que el color proviene de un pigmento que forma parte del propio hormigón. Queríamos mostrarlo al natural, con sus huellas e imperfecciones, sin florituras. De hecho, cuando llueve adquiere un brillo muy especial».
Las posibilidades que ofrece el hormigón también quedan reflejadas en la fachada superior, convertida en una gran viga que les ha permitido realizar un ventanal de 13 metros de ancho, sin apoyos intermedios, que conecta el salón-comedor y la cocina con el jardín. «Este es uno de los aspectos más característicos de la casa, porque cuando estás dentro sientes que estás fuera. Al abrir el ventanal, los marcos desaparecen, quedando el techo y el suelo del interior totalmente alienados con el exterior, logrando una continuidad total. La casa se abre a ese paisaje tan verde, con el mar al fondo, consiguiendo una mayor relación con el entorno y la naturaleza».
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