¿Dónde ha escondido ahora Irán el combustible nuclear?
EE UU, Israel y el OIEA investigan si Teherán consiguió salvar antes del ataque a las plantas atómicas sus reservas de 400 kilos de uranio enriquecido y dónde las ha podido ocultar
Hay cuatro miradas que convergen en Natanz, Isfahán y, en especial, Fordo, las tres plantas nucleares atacadas por Estados Unidos este fin de semana. Las miradas pertenecen al Pentágono, los servicios secretos israelíes, los técnicos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y, naturalmente, Irán. Todos ellos tratan de establecer hasta qué punto el programa atómico del régimen islámico ha sido destruido. Y lo que se preguntan, salvo las autoridades iraníes, es donde permanecen ocultos los 400 kilogramos de combustible nuclear que aparentemente Teherán puso a salvo antes de los bombardeos.
El vicepresidente estadounidense, JD Vance, y el director del OIEA, Rafael Grossi, han reconocido que existen múltiples incógnitas sobre el paradero de este combustible. Se trata de un material enriquecido por encima del 60%, muy cerca del 90% necesario para la fabricación de la bomba atómica. ¿Significa eso que el régimen de los ayatolás sigue en condiciones de crear el arma definitiva? Es posible, pero necesitaría años. La destrucción infligida a las instalaciones iraníes, y en especial a Isfahan, donde se ubicaba el Centro Tecnológico Nuclear, han eliminado las capacidades de fabricación de un misil nuclear.
Isfahan después del bombardeo

Isfahan antes del ataque

La agencia de energía atómica dependiente de la ONU considera que pasarán días antes de que sus técnicos puedan descender a lo que queda de la planta subterránea de Fordo. Ni siquiera saben si será posible debido al efecto devastador que la docena de bombas anti-búnkeres arrojada contra la instalación haya causado en el subsuelo. Las entradas están derrumbadas y los escombros se acumulan en los accesos. Las imágenes por satélite indican que los bombarderos B-2 apuntaron además a los pozos de ventilación.

Tampoco está claro que los inspectores presentes en el terreno desde hace días reciban autorización del Gobierno para reanudar su actividad. El régimen ha cancelado todas las inspecciones mientras el país esté en guerra y posiblemente tampoco dejaría al OIEA visitar los complejos de Fordo y Natanz en caso de levantar la suspensión. La última vez que los equipos de la agencia vieron el combustible nuclear fue hace dos semanas.
Teherán ha cerrado la puerta, al menos de momento, a cualquier requerimiento de Estados Unidos para negociar un acuerdo nuclear. El ataque aéreo contra sus plantas de enriquecimiento ha exigido meses de planificación, sobre todo en las últimas semanas, y una estrecha coordinación con la fuerza aérea de Israel, lo que conduce al régimen islámico a pensar que Donald Trump ya contaba con este 'plan B' cuando inició el diálogo con ellos. Ahora, el Gobierno iraní pretende convertir las reservas de combustible de uranio escondidas en una herramienta para argumentar que todavía tiene un relativo poder nuclear. Ali Shamkhani, asesor del líder supremo, dijo: «Incluso suponiendo la destrucción completa de los sitios, el juego no ha terminado, porque los materiales enriquecidos, el conocimiento indígena y la voluntad política permanecen intactos».
Una imagen satelital que preocupa a los servicios de Inteligencia es la de un convoy de 16 camiones estacionados junto aun acceso de Fordo. Fue tomada el jueves y hace presuponer que los iraníes se llevaron materiales de la central subterránea. ¿Cuáles? No se sabe. Los 400 kilos de uranio enriquecido caben perfectamente en pequeños contenedores blindados que pueden viajar en el maletero de una decena de coches.

Las centrifugadoras que forman parte del proceso son difíciles de trasladar, Es posible que los científicos salvaran unas cuantas, pero no todo un parque de miles de máquinas. Su peso obliga a utilizar grúas para moverlas y además están firmemente atornilladas a suelos de hormigón para mantenerlas firmes cuando giran a enorme velocidad. Las centrifugadoras, además, se encuentran conectadas a enjambres de tuberías y cables de electricidad. Precisamente es esa dificultad para el traslado lo que hizo que Irán optara hace menos de una década por construir las centrales bajo el suelo y rodeadas de acero y hormigón.
En las apenas dos semanas de enfrentamiento armado con Israel, es posible que los jefes del programa nuclear hayan conseguido evacuar parte del material, pero no todo el equipamiento de las tres centrales al completo..Se supone que, además, ha perdido una cantidad incalculable de documentación y proyectos bajo el fuego o enterrados entre escombros en Fordo e Isfahán, en cuyo laboratorio trabajaban miles de científicos. Algunos expertos apuntan a que una parte de lo salvado ha ido a parar a instalaciones secretas e incluso a un nuevo complejo subterráneo en construcción que Teherán estaría realizando al sur de Natanz.
«La violencia y la destrucción podrían alcanzar niveles impensables, y el régimen global de no proliferación tal como lo conocemos podría desmoronarse y caer»
Rafael Grossi
Jefe del OIEA
Las primeras estimaciones de los expertos calculan que después del ataque de EE UU el desarrollo nuclear iraní podría retrasarse entre dos años –la previsión más benigna pero también irreal– y una década. El jefe del OIEA, Rafael Grossi, dijo en una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU celebrada a última hora del domingo. que la ofensiva abre dos vías: un enconamiento de la guerra o un retorno a la diplomacia. «Si esta ventana se cierra, la violencia y la destrucción podrían alcanzar niveles impensables, y el régimen global de no proliferación tal como lo conocemos podría desmoronarse y caer», advirtió Grosi que ha pedido al Gobierno iraní que permita a los inspectores hacer su trabajo y, sobre todo, conocer dónde y en qué condiciones se encuentra el uranio enriquecido.
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