La sesión parlamentaria de anteayer fue tan larga como confusa. Se trataba de echar algo de luz sobre el apagón y clarificar qué va a ... ocurrir con la subida presupuestaria en Defensa. De inmediato quedó claro que no habría atisbo de solución. El fárrago continúa. Allí donde debía haber claridad hubo barullo, y donde debían ser expuestas las razones se nos ofrecieron chascarrillos, acusaciones mutuas y la consabida ración de demagogia. Los amigos de las nucleares y de los mega ricos por un lado y los oscurantistas gubernamentales por otro. Y la electricidad tratada como algo mágico que corresponde más al terreno del Espíritu Santo en las horas libres que le deja el cónclave que a la ciencia.
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Alguna ayuda milagrosa debe acudir también en socorro del Gobierno en la cuestión del gasto armamentístico, o de seguridad, como a los socialistas les gusta decir. «Instrumentos para la defensa» se llaman ahora los cañones y los fusiles. Sin la multiplicación de los panes y los peces no se sabe de dónde va a salir el incremento de esa partida. Un incremento que ya no es del 2% sino del 3% según nos demandan nuestros socios. No se va a tocar el gasto social, no va a haber deterioro de partidas fundamentales. Todo saldrá de una chistera. La oposición aprieta con el chiste y no da soluciones. Muy poca luz también por ese lado. Apagón general.
Del apagón se habló mucho. Y se supo muy poco. Seguimos a oscuras, es el juego de palabras fácil de la oposición. El Gobierno, por su parte, echa flores a la ciudadanía. Alaba nuestro comportamiento en las horas sin electricidad. Pedro Sánchez, orgulloso de su chiquillería, de nosotros, recordó el cómputo de delitos en esas horas. Y la cantidad fue muy inferior a la de la semana anterior. Quizá es que los ladrones también necesitan energía para sus operaciones. Pero, no, somos maduros, ejemplares. No hubo asaltos a los grandes almacenes ni saqueos al estilo de los que se produjeron en el famoso apagón neoyorquino de 1.977. Allí más de mil quinientas tiendas fueron desvalijadas y fueron detenidos casi cuatro mil saqueadores.
Un orgullo, nuestro apagón. Pero ese orgullo nacional no le corresponde al Gobierno ni a la oposición. Porque si la ciudadanía hubiese seguido el ejemplo que nos dan cada miércoles en la sesión de control, y cada día, se habría producido una cadena de estropicios. Luego, la culpa, naturalmente, se la habríamos echado al vecino. Y nos habríamos negado a dar explicaciones ni a asumir responsabilidad alguna. Pero, no. Fuimos ejemplares. Como premio ya tenemos algo seguro e inmediato. El mes que viene nos suben la factura de la luz.
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