¿Eres un 'gym rat' o un 'gym bro'?
La disciplina mal entendida da lugar a un fenómeno que hasta tiene su propio síndrome de abstinencia
Escucha la noticia
5 min.
En las estadísticas sobre la práctica deportiva en España siempre suspendemos. Nuestro país, al parecer, no se mueve lo suficiente. Mal asunto: más de la ... mitad de nosotros no practicamos ningún deporte, según la última encuesta que ha hecho el Centro de Investigaciones Sociológicas. Pero, en realidad, estos datos no reflejan al detalle nuestra relación con el ejercicio. Y menos un fenómeno que cada vez es más visible: el de los 'gym rats', que traducido a nuestro idioma quiere decir ratas de gimnasio.
Son esas personas que echan horas y horas cada día sin saltarse ni un entrenamiento en su sala de confianza. Quizá esté pensando que son esos que a sí mismos se llaman 'gym bro', pero no, van un poquito más allá. Porque mientras estos últimos se ejercitan por salud, por verse bien y por socializar, los 'gym rats' incluyen en la ecuación otro asunto: la imposibilidad de faltar al gimnasio sin sentirse mal. Pero mal de verdad, no un poquito culpables, como el resto de mortales.
«Sufren síndrome de abstinencia», relata Joel Manuel Prieto, docente en la Mención de Educación Física e investigador del grupo 'Tecnodef' de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Y sabe bien de lo que habla porque es autor de un estudio donde habla de ello en relación con otra modalidad deportiva: correr. Pero lo que contaba en aquel trabajo, para el que acuñó la palabra 'runnoréxicos', está perfectamente vigente para los casos de los que hablamos ahora.
Los 'gym rats', como los obsesionados con correr, sufren una «adicción negativa» al deporte que practican. En realidad, empiezan como todos, pero acaban tan pasados de vueltas que si un día tienen que faltar a su cita con las zapatillas o las pesas sufren sudores fríos. Casi de manera literal. «Presentan ansiedad, irritación... como ocurre en otras adicciones conductuales», precisa el experto. Pero también «como los alcohólicos».
Lo que ocurre es que antes de llegar a esta situación tan extrema (y tan evidente), hacen todo tipo de triquiñuelas para cumplir con su obsesión que a veces son difíciles de ver por parte de su entorno. Vamos, que tu colega puede ser un 'gym rat' y tú no darte cuenta hasta que la cosa ya está muy avanzada. ¿Y por qué le pasa esto? Pues porque su relación con el deporte, lejos de ser sana y saludable, «implica un componente psicológico de compulsión».
Prieto lo explica muy bien con el ejemplo de los 'runnoréxicos'. «El entrenamiento monopoliza su vida. Si yo tengo como mi prioridad en la vida correr, voy a alterar mis hábitos, mi alimentación y mis relaciones sociales, voy a preferir entrenar, ya sea una tirada larga o unas series, a irme al cine o a tomar algo con mis amigos». Y en casos extremos, son capaces de 'rajarse' de planes para no sacrificar sus carreras y hasta de faltar a citas familiares como comidas.
Cosas de la edad
Los 'runnoréxicos' y los 'gym rats' priorizan el deporte sobre todo lo demás, pero es que, incluso, hasta sobre su salud: entrenan demasiado, se lesionan y aun así no paran.
Lo interesante del trabajo de Prieto sobre los 'runnoréxicos' (que se basó en una revisión concienzuda de todos los estudios hechos hasta la fecha para encontrar elementos comunes) fue también el perfil de quiénes están en riesgo de sufrirlo y que, nuevamente, es extrapolable a los 'gym rats'. Este tipo de vigorexia es cosa de ellos. «Quienes tienen más adicción negativa son hombres de entre 35 y 45 años».
– ¡Qué precisión con la edad! ¿Qué pasa ahí?
– A estas edades solemos afrontar cambios vitales y eso se refleja en nuestro comportamiento. Queremos recuperar parte de la juventud perdida, o nos hemos separado tras una relación larga...
La crisis de los 40 (y del resto de décadas) no es ninguna leyenda urbana. «Podemos comprarnos una moto para volver a sentirnos como cuando éramos adolescentes» o aficionarnos a la actividad física hasta el extremo, contemporiza Prieto.
Ocurre con el deporte otro fenómeno que contribuye a que se convierta en una pulsión y es que funciona como algo parecido a un ascensor social. El que lo practica genera admiración en los demás, sobre todo entre quienes no lo hacen o no le ponen tantas ganas. Y cuanto mejores son las marcas, ya se midan en tiempo empleado, velocidad, hipertrofia muscular o cualquier otro objetivo, mayor es el reconocimiento externo.
Que nos doren la píldora gusta a todo el mundo, pero tiene riesgos y uno de ellos es que es adictivo: cuanto más lo hacen, más quieres y peor te sientes cuando no tienes ese refuerzo. «La combinación de factores psicológicos, necesidad de reconocimiento, la competitividad e, incluso, presiones sociales como la de la imagen aumentan la vulnerabilidad en estos casos», concluye el investigador.
«Strava es muy peligroso»
Las redes sociales también juegan «un papel importante» en el desarrollo de comportamientos compulsivos relacionados con el deporte, señala el docente de la Unir Joel Manuel Prieto. Y no solo hablamos de Instagram o Tik Tok, sino de apps como Strava, donde se cuelgan los entrenamientos con todos los datos de tiempo, esfuerzo, recorrido... «Esta última es peligrosísima», precisa
Compartir ya sean imágenes o ficheros de datos favorece la comparación y echa «más leña al fuego». Porque tanto en 'runnoréxicos' como en 'gym rats' hay una obsesión por resultados: «En los primeros, por el rendimiento y el logro deportivo (las marcas, las carreras, el kilometraje). Y en los segundos, por la estética», apunta. Y, cualquier comentario puede «exacerbar la situación». Los buenos porque pueden darnos alas para seguir echando horas por encima de lo saludable. Y los malos porque nos hacen sentir insatisfechos y la reacción es entrenar más.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.