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Casi dos meses después de que las llamas arrasasen con la nave de la planta de Onaindia, en Arriaga, el Gobierno vasco empieza a ... dar algunas claves de cómo se produjo el incendio. El Gabinete Pradales ha remitido al Parlamento vasco, a petición de EH Bildu, dos informes elaborados por técnicos de Lakua en los días siguientes al suceso que provocó una nube de humo y que movió al Ayuntamiento a pedir a los vitorianos que cerrasen las ventanas de sus casas.
Las actas de las inspecciones practicadas en los días posteriores al fuego, a las que ha tenido acceso EL CORREO, reflejan que el incendio comenzó hacia las 19.00 horas y que, inicialmente, «los detectores [de humo] no identificaron la presencia de humo». No fue así, según la versión de los técnicos de Lakua, porque la nave «se encontraba muy ventilada».
Una revisión de las cámaras de videovigilancia refleja, según declararon los responsables de la empresa, que no fue hasta las 19.10 horas cuando «se identificó la aparición de humo procedente de un acopio de residuos plásticos», aunque «no termina de avivarse hasta pasados bastantes minutos». Según ese mismo informe, hubo que esperar casi dos horas, hasta las 21.00, para que hiciesen acto de presencia los bomberos. La nave incendiada se encontraba a tan solo 350 metros del parque de Aguirrelanda.
De acuerdo al relato de estos mismos técnicos, «se constata la existencia de residuos en el exterior de la nave». Entre ellos, hay desechos «peligrosos» como «baterías y bombonas de diferentes tipos almacenadas en la intemperie en el pasillo situado al este de la nave incendiada». Los expertos del Gobierno detectaron varios materiales «fuera del ámbito de la autorización del gestor de residuos no peligrosos». Y es que los permisos de Lakua se circunscribían, según estas mismas actas, al pabellón y un pasillo entre ese bloque y otro que no tiene cubierta, no a todo el recinto.
Según las actas, entre el material ubicado fuera de la nave se encuentran restos de construcción, madera triturada o lista para ello, material procedente de itierras de excavación, desechos de siegas y podas procedentes de los garbigunes forales, un residuo «pétreo/vítreo frágil de color negro con características similares a la escoria preocedente de una fundición» y contenedores «que contienen o han contenido residuos peligrosos». «Dicha actividad no dispone de autorización ambiental ni declaración de impacto ambiental para su realización», sentencian los técnicos, que usan imágenes satelitales para señalar dónde encontraron los residuos.
El Ejecutivo también desvela al Parlamento los índices de contaminación que se alcanzó en el aire durante aquellos días. En la noche del incendio se produjo un 'corte' en la transmisión de datos por parte de algunas de las estaciones que miden la calidad del aire en Vitoria. En la estación de la Avenida Gasteiz, por ejemplo, dejó de haber datos a partir de las 22.00 horas, cuando la concentración de las partículas PM10 en el ambiente –las de mayor densidad– alcanzaban los 145 microgramos.
A partir de los 40 microgramos por metro cuadrado, el Ministerio de Transición Ecológica ya considera que los parámetros son nocivos para la salud y los 50 microgramos es un valor que sólo se debería superar en contadas ocasiones durante el año. Sin embargo, a las 23.00 horas ese valor se había desbocado hasta los 217 microgramos, cuadruplicando los parámetros que ya se consideran nocivos.
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