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«Si no soy la musa, seré la artista», es la máxima que defiende Lucía Revuelta. A sus 15 años, se desenvuelve con maestría en ambos roles. De niña, ya destacaba con sus dotes creativas. Le gustaba inventar, imaginar y dibujar en cualquier parte. «Pintaba en el suelo, en sus piernas, hacía esculturas... Con cinco años, ya ganó su primer concurso de dibujo por ilustrar un libro y, poco después, otro de Bilbao Historiko en el que creó un cómic», cuenta su madre, Cristina González Barrios. En casa siempre le apoyaron y le dieron alas para descubrir su propia manera de expresarse y dar rienda suelta a eso que lleva dentro, de la forma más natural y libre. «También le encantan la danza y la música. De pequeña, aprendió a tocar el contrabajo. '¿No prefieres la flauta, que ocupa menos en el salón?', le decíamos en broma, porque siempre le hemos dejado ser ella misma».
Ahora le acaba de llegar el reconocimiento a su dedicación y esfuerzo. La joven bilbaína fue seleccionada este miércoles en Dublín como una de las diez finalistas que representarán a Irlanda en la final mundial de Junk Kouture, el prestigioso certamen internacional de moda sostenible que reunirá próximamente a jóvenes talentos de seis países. «No me lo creo, aún estoy llorando. Me siento muy orgullosa de todo el trabajo que he dedicado al vestido durante más de tres meses, porque lo he ido mejorando hasta el último momento. Ha sido un regalo inmenso y una experiencia increíble», cuenta Lucía, que no puede esperar más para saber cuándo y dónde va a ser la World Final.
La artista bilbaína salió al escenario segura de sí misma, como una diva, mientras bailaba con paso firme y un par de palos de madera en sus manos, haciendo un guiño a la txalaparta, a ritmo de 'Bob Espok' de Kepa Junquera. Fueron 55 segundos «en los que lo dio todo». Con su coreografía, homenajeó a la cultura vasca enfundada en su impresionante diseño sostenible, 'Mis Mares', confeccionado íntegramente a mano con materiales reutilizados: bandejas de aluminio, cuerdas marineras, latas de conserva recortadas, conchas de mejillones... Su original propuesta conquistó al jurado durante la final nacional, celebrada este miércoles en el teatro The Helix de Dublín, donde compitió con otros 59 estudiantes de toda Irlanda. «Su padre y yo gritábamos y aplaudíamos sin parar, con el corazón en un puño, porque sabemos todo el esfuerzo y trabajo que hay detrás de su diseño», cuenta Cristina orgullosa.
Lucía ha representado a su colegio, Elphin Community College, con un conjunto que rinde homenaje a los mares Cantábrico e Irlandés. Destaca tanto por su original diseño como por el potente mensaje medioambiental que transmite. La joven bilbaína quiere concienciar sobre la necesidad urgente de proteger nuestros océanos frente al cambio climático, la contaminación y la sobrepesca. «El concurso es un gran reto personal que me está ayudando a descubrir nuevas formas de expresión. Creo que la única manera de estar en este mundo es respetándolo, siendo sostenibles y conscientes del impacto de nuestras acciones», asegura.
Con 'Mis Mares', Lucía fusiona la tradición marítima vasca con la irlandesa. «Vino a estudiar inglés durante un trimestre, pero nos gustó tanto el modelo educativo irlandés que nos trasladamos aquí. Mi trabajo como directora en una agencia de comunicación me lo permite y considero importante estar junto a ella a su edad. Lucía lleva la creatividad en su ADN y aquí se fomenta mucho esa faceta en los colegios», explica Cristina.
Viven en el condado irlandés de Roscommon, donde han tenido que acostumbrarse a una vida totalmente diferente a la que tenían en pleno centro de Bilbao. «Es un contraste brutal, aquí vivimos en una cabaña rural y cuando hay temporales o tormentas te puedes quedar sin luz y sin teléfono o se congelan las tuberías, pero hemos desarrollado el ingenio para apañarnos en cualquier situación. Es una experiencia muy enriquecedora y disfrutamos de unos paisajes impresionantes. Imagínate, me asomo a la ventana y puedo ver un zorro», cuenta Cristina emocionada.
Junk Kouture es un certamen dirigido a escolares de entre 12 y 19 años que exige que los diseños estén íntegramente realizados con materiales reciclados. «Ha sido muy enriquecedor aprender de otros participantes. Les he visto trabajar con cinturones de seguridad, cubiertas de camión, barriles, bolsas de té, plantas... ¡Una chica llevaba un año coleccionando tetrabricks!», ríe Lucía. De hecho, del concurso han salido notables figuras como Mariusz Malon, que tras ganar una edición, ha logrado ser diseñador para participantes de Eurovisión y ha presentado recientemente su propia colección en la Semana de la Moda de Londres. «Este festival puede ser un punto de inicio para una carrera prometedora», explica Megan Kelly, portavoz del certamen.
Lucía, aún «en shock por las emociones vividas en la final nacional», se prepara para llevar su mensaje al escenario global. La joven bilbaína representará a Irlanda -y también al talento joven de Euskadi- en una final internacional que contará con participantes de Francia, Italia, Reino Unido, Estados Unidos y Emiratos Árabes Unidos. «Yo tenía mi futuro bastante decidido, pero ahora lo veo más borroso. Se me han abierto muchas puertas y posibilidades, y siempre quiero aprender cosas nuevas. Estudiaré Bellas Artes, eso fijo, y seguramente también Diseño de Moda. O quizá sea feliz haciendo esculturas con árboles, no sé dónde me llevará mi creatividad».
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