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Borja Mallo
Domingo, 27 de abril 2025
«¿Seguro que hemos quedado aquí, no nos han engañado? Vamos a tomar una, para calentar», gritan los de Gardel Enea cuando se acercan al ... punto de encuentro de la Tamborrada en la Torre de Doña Otxanda. Queda aún media hora para que a las 19.00 arranque el acto especial con el que se celebran los 50 años del sonoro desfile y los más de dos centenares de soldados y cocineros, cantineras y 'majorettes' se han ido congregando en los puestos de salida. Nervios y expectación por este recorrido que ha estrenado horario vespertino, aunque algunos, como Toño Gacho, de Casino Artista Vitoriano, lo tienen claro. «Tenemos que acostumbrarnos al tardeo porque creo que este horario ha venido para quedarse». Un pensamiento compartido por muchos y que al final de la ruta ha sido ya prácticamente unánime, porque la respuesta de la sociedad vitoriana ha sido satisfactoria y la tarde de tambores ha sido masiva en cuanto a presencia de público. «La mayoría del paseo estaba a reventar», ha sentenciado Ángel Martínez, de Zaldiaran.
Con doce minutos de retraso sobre el horario previsto, el silbato de Leire Betolaza, la directora del desfile, ha marcado el inicio del golpeteo sobre tambores y barriles. En las calles Siervas de Jesús y Diputación no cabe un alfiler. Familias, adolescentes, maduros y mayores. Un recorrido para todos los públicos y que ha despertado, sobre todo, la alegría entre los más pequeños. «Para mi hija es su primera vez y así da gusto porque puedes salir a verla en directo; a la noche para las familias era imposible», señala Iera mientras mantiene cerca a Ariane, expectante ante los repiques.
Muchos niños han aprovechado la ocasión para, ataviados con gorros de cocineros, acompañar con sus baquetas a los 'profesionales' en un año en el que, por las vacaciones, la mayoría de los colegios no han ensayado su tamborrada. Zuria recibe feliz los palos de manos de un miembro de Azkenean y golpea con fuerza. «Le encanta y como en la ikastola no han podido celebrarla...», señala Yolanda.
Pero no solo los más pequeños han disfrutado del cambio horario. También muchas personas mayores han aprovechado la novedad. «Llevábamos muchos años sin salir a la calle para verla pasar porque se hacía muy tarde», comenta Pili al lado de Asun.
Un auténtico pasillo humano ha arropado a cocineros y soldados. Y para ser la primera vez, no ha estudo mal, aunque organizativamente el recorrido debería ajustarse, ya que en algunos tramos ha habido que sortear obstáculos en forma de terrazas, mobiliario urbano o gente que no ha respetado el paso. «Ha habido momentos que nos teníamos que hacer sitio para pasar, pero la experiencia ha sido sensacional y ha venido mucha gente, que era el objetivo», se ha alegrado Leire Betolaza.
Si muchos participantes lamentaban que durante los últimos años el paseo nocturno había quedado desangelado y con escaso acompañamiento, en esta ocasión pocos son los que han terminado sin saludar a varios conocidos. Y la muchedumbre ha sido aún mayor cuando han alcanzado la plaza de la Virgen Blanca. «Esto está a tope y mucha gente se ha pasado rato esperando para coger sitio en primera fila», asegura Jorge.
En la parada para presenciar la Retreta ante el Ayuntamiento de Vitoria, tamborreros y público se han entremezclado. Y los veteranos han recurrido al Dúo Sacapuntas para explicar el panorama. «¿Cómo está la plaza? 'Abarrotá'». «Cada año viene más gente aquí, sobre todo familias, y siempre es satisfactorio ver a la ciudadanía disfrutando de nuestras tradiciones y celebrando San Prudencio», ha destacado la alcaldesa, Maider Etxebarria, asomada al balcón de la Casa Consistorial
Tras el descanso, el desfile ha enfilado hacia Dato, como en los paseíllos de blusas y neskas, y a partir de ahí, el calor del público ha ido decayendo, aunque quienes han oído el ruido de los tambores se han arrimado curiosos. «Pasábamos por aquí, hemos escuchado jaleo y nos hemos acercado», indican Rafa y familia.
Los últimos toques se han celebrado en el kiosco de La Florida. Y a pesar de que el recorrido ha durado casi hora y media, alguno se ha quejado aún de que les han llevado «a la carrera, ni tomar un pote nos han dejado», aunque siempre hay quien se escapa en busca de «avituallamiento».
«Esto ha venido para quedarse», ha sentenciado Kike Herrera, de Amairu Bat. Con la alegría en el rostro, pero más contenido, Xabier Barona, presidente de la junta de la Agrupación de Sociedades Gastronómicas de la Tamborrada, ha valorado justo antes de la cena la celebración de los 50 años. «Había mucha expectación, queríamos que la gente viviese la fiesta y que los pequeños sientan el gusanillo y lo hemos conseguido». Ahora toca analizar si en el futuro «es factible» que se repita la Tamborrada por las tardes.
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