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Los autobuses y los taxis se mueven con gasolina. El metro, el tren y el tranvía necesitan electricidad. Así que el apagón de ayer noqueó ... al buque insignia de la movilidad vizcaína. El suburbano se detuvo a las 12.32 horas. Lo mismo le sucedió a Euskotren, el tren ligero y las Cercanías de Renfe. Entre estos cuatro operadores concentran el 68% de los viajes totales registrados cada día en el territorio (unos 540.000 desplazamientos). Es decir, el incidente que está en investigación apagó de un plumazo más de dos tercios del transporte público vizcaíno. Un drama. Y algo inédito, de verdad.
Al caos inicial, que incluyó el desalojo de unidades en mitad del túnel, guardias de seguridad cerrando el acceso a las estaciones y personal corriendo escaleras arriba y abajo, sucedió una suerte de riada de ciudadanos que salían del suburbano en busca desesperada de una alternativa para llegar al trabajo o a casa.
Fue el momento en que las paradas de autobuses se llenaron hasta la bandera. «Llevo aquí esperando más de cuarenta minutos, porque el anterior autobús ha llegado lleno y solo han podido subir cuatro o cinco viajeros», comentaba Leonor Gutiérrez, una vecina de Elorrieta de origen boliviano que intentaba regresar a su hogar desde Abando.
El suburbano fue ayer un gigante con pies de barro. El apagón dejó una escena dantesca: alrededor de 40 de los 46 trenes que componen la flota se quedaron varados por toda la red. Hubo que coordinar el 'rescate' de todos los pasajeros. Al menos, no era hora punta. En ese momento había unas 18.000 personas en unidades y andenes, según la gráfica de afluencia a Metro Bilbao que figura en la última memoria de esta entidad. El puesto de mando cuenta con grupos electrógenos pero no se puede generar energía suficiente a partir de gasoil para mover los convoyes. Así que el fluido dejó de circular por la catenaria.
Lo cierto es que el equipo técnico de la entidad trabajó a destajo para intentar restablecer el servicio. La tensión empezó a llegar a las subestaciones sobre las 15.00 horas. El suburbano advirtió entonces de que tardaría «varias horas» en poner todo en orden, resetear los sistemas, remover los trenes de la ubicación donde se quedaron parados y devolver algo de normalidad a la red. Y esto no pasó hasta las 20.00 horas, cuando hubo una recuperación parcial de la circulación (las unidades no pudieron moverse entre Casco Viejo y Basauri porque la subestaciones de Bolueta y Ariz seguían afectadas).
Algo parecido sucedió con la Línea 3, el trazado de Euskotren que lleva a Bermeo y Durango, así como el del Txorierri. Quedaron totalmente cerradas. Las Cercanías de Renfe también fueron noqueadas (al cierre de esta edición no habían vuelto a funcionar). Descartada la opción ferroviaria, los vizcaínos se lanzaron al coche particular. Esto colapsó las carreteras en algunos puntos como el Txorierri, el puente de Rontegi o la A-8 en dirección Cantabria. La falta de iluminación en los túneles obligó a cerrar hasta las 16.30 horas la Supersur, como medida de precaución.
Muchas empresas mandaron a sus trabajadores a casa, casi al mismo tiempo. Esto agravó tanto la situación del tráfico como la ya de por sí alta demanda de transporte público. La Diputación, en un intento de salir al rescate de los operadores ferroviarios, fletó servicios especiales en muchos puntos del territorio. «Hemos dado orden de sacar todos los autobuses que tenemos y hemos pedido que los trabajadores hagan todas las horas extras necesarias para poder dar un servicio esencial para la ciudadanía», apuntaron desde el gabinete foral de Movilidad liderado por Sonia Pérez.
En esta línea, se activaron 4 unidades de refuerzo en el Duranguesado, otro con destino al Parque Tecnológico de Zamudio. También se enviaron unidades a Balmaseda y otros seis vehículos a las líneas entre Bilbao y Santurtzi-Barakaldo. Finalmente, dos servicios adicionales más se activaron en la Margen Derecha.
Bilbobus también funcionó a destajo. «Hacemos todo lo que podemos por sacar a la gente de las paradas», comentaba un inspector en la parada de Moyua, mientras trataba de coordinar la llegada de más unidades. Los taxis también arrimaron el hombro. «Hay compañeros que han decidido no parar a comer y muchos que se han ofrecido para trabajar en su único día libre de la semana».
Fallaron también los transportes por cable: ascensores, funiculares (con evacuación a pie por la empinada pendiente en Artxanda) y el Puente Colgante. Allí hubo una persona arriesgó su vida al tirarse al agua para pasar de una margen a otra a nado. Afortunadamente llegó sana al otro lado. En la Intermodal también se produjeron algunos retrasos.
En el aeropuerto no hubo vuelos cancelados directamente por el apagón. Los grupos electrógenos garantizaron el suministro de energía. Aunque sí se produjeron 11 anulaciones por los problemas que sufieron las aerolíneas, principalmente con sus tripulaciones. Y es que hubo pilotos, auxiliares de vuelo y mecánicos que se quedaron tirados en atascos o en el transporte público en Bizkaia y en otros puntos de España.
Sucedió con 'Filomena' (la tormenta de nieve que colapsó Madrid) y también tras la luctuosa dana de Valencia. Ayer volvió a pasar: la bicicleta se convirtió en un fiel aliado de cientos de vizcaínos que se buscaron la vida para llegar a sus empleos por la tarde o para volver a casa tras ver que en sus puestos de trabajo no podían hacer nada. Nunca se había visto tanta gente a pedales entre Barakaldo y Bilbao, por el bidegorri que une Olabeaga y Zorroza.
Los servicios de alquiler de Bizkaibizi y Bilbaobizi resistieron el embate del apagón y funcionaron más o menos bien. Es verdad que hubo dificultades para liberar de sus anclajes algunas bicicletas, pero fueron problemas relacionados más bien con la caída de las comunicaciones que con el servicio. «Estas bicis me han salvado la vida», exageraba Aitor Lucas, vecino de Santurtzi, que regresaba a casa desde la Escuela de Ingenieros y estaba atravesando el barrio baracaldés de Lutxana, cerca de los talleres Usoa.
En ese mismo lugar caminaba Francisco Ortuño, residente en Zorroza. «Vengo andando desde Portugalete. Con este día, a mí no me importa caminar 10 kilómetros, porque soy corredor veterano. Además, me han dado libre en el trabajo», añadía, contento. Como Francisco, fueron cientos las personas que se movieron a pie entre Barakaldo y Bilbao (las dos principales ciudades de Bizkaia). «¡No nos queda más remedio! Queremos llegar porque habrá lío en el hospital. Tenemos el relevo a las 3 y vamos muy bien de tiempo», comentaban cuatro trabajadoras sanitarias de Cruces que estaban llegando ya a Zorroza desde el barrio de Indautxu. Gaizka Gómez pedaleaba, no sin dificultad, con una bicicleta de su hijo de 12 años. «Me queda un poco pequeña pero me vale».
Ana, de Las Arenas, descansaba con su bicicleta eléctrica al lado del BEC. «Estaba en el hospital San Juan de Dios de Santurtzi por un tema personal. Así que me he decidido a volver a casa pero no funcionaba ni el metro ni el Puente Colgante», contaba. «Me he quedado, encima, sin batería, pero ahora voy a ir por Rontegi. Sé que igual no se puede pero no me veo con fuerzas para ir hasta Bilbao y dar toda esa vuelta. Me arriesgaré. Con mucho cuidado. Hoy es un día excepcional. Espero que ni me atropellen ni me multen».
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