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Las aulas de toda España se despoblaron debido al apagón. Los escolares adelantaron el abandono de las clases, en muchos casos recogidos por unos padres que se ausentaron unos momentos de su trabajo. Los padres que podían iban a recoger a sus hijos en coche; otros se desplazaron a pie cuando se empezó a tener noticia del caos circulatorio que se estaba formando en las carreteras. También hubo quienes cogieron su moto para sortear los problemas de tráfico que se estaban produciendo.
En algunas instituciones educativas acabaron las clases de manera anticipada. En Cantabria, La Rioja, Castilla-La Mancha y Andalucía, la enseñanza echó el cierre, según informaron las respectivas consejerías.
Andalucía decidió acabar con la actividad lectiva. Así lo decidió el gabinete de crisis de la Junta de la comunidad. La Consejería de Educación ordenó cancelar la actividad docente ante las circunstancias adversas en colegios públicos, privados y concertados de la comunidad autónoma. Con esta medida de suspensión de clases, el Ejecutivo andaluz pretendía evitar desplazamientos en el tráfico. Los comedores escolares improvisaron menús y sirvieron platos fríos para dar de comer al alumnado, dada la imposibilidad de disponer de cocinas que funcionaban con el fluido eléctrico. Todas las universidades públicas andaluzas acordaron aplazar su actividad y los actos previstos.
«Manga por hombro»
El apagón aconteció justo cuando muchos colegios preparaban el turno de comidas y de patio. Se produjo, además, cuando algunos alumnos se aprestaban a salir del colegio para ir a comer a sus casas. Pronto, muchos padres echaron mano del teléfono, aunque de forma infructuosa, para contactar con la dirección de los centros y recoger a los niños. «Los profesores registran en un papel los niños que salen antes de su horas», dice Maite, una madre que se ha llevado a su hija del Colegio Nuestra Señora de Loreto», en el noroeste de Madrid.
Gran parte de los colegios del País Vasco decidieron por mantener a los alumnos en las aulas hasta que se ha restableciera el servicio. Eso sí, no se pudieron utilizar los ordenadores, por que se usaron libros y material escolares tradicional. En aquellos municipios donde el corte energético se ha prolongó durante más tiempo o sufrió cortes sucesivos, se optó por poner fin a las clases. En esta comunidad autónoma, el servicio de comedor se tuvo que hacer con tenedores de plásticos, toda vez que los electrodomésticos no podían funcionar.
En Madrid, las noticias eran confusas. Por un lado, en las universidades estaba convocada una huelga por el recorte de la financiación por parte del gobierno regional. El seguimiento fue difícil de evaluar por los acontecimiento sobrevenidos. Más allá de las movilizaciones, los padres del Colegio Menor Nuestra Señora de Loreto procuraban mantener la templanza. «Me he hecho con una radio que funciona a pilas para estar informada. Menos mal que no he cogido el coche, porque he oído estaba todo manga por hombro».
En Cataluña los centros escolares permanecieron abiertos hasta que las familias pudieran hacerse cargo de los alumnos. La consejera, Esther Niubó, pidió calma a los ciudadanos. «En las escuelas los niños y las niñas podrán estar en sus aulas hasta que los padres, madres, abuelos o abuelas puedan ir a recogerlos. Así que, tranquilidad, ya que debemos evitar toda aquella movilidad que sea prescindible».
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