Muere Kali, el alma del Arenas

En el Arenas se ha pasado de una alegría inmensa a una profunda tristeza en un abrir y cerrar de ojos. El pasado domingo, el conjunto rojinegro lograba en Ipurua ante el Eibar B un histórico ascenso a Primera Federación, una de las mayores gestas del club en los últimos ochenta años. Sin embargo, ese hito ha quedado de momento relegado por una trágica noticia que ha sacudido a todos los estamentos del equipo en las últimas horas. La entidad getxotarra confirmó este jueves en redes sociales la muerte de José Ángel Ortega 'Kali', utillero que sufrió un grave accidente durante la celebración del ascenso.

«Con profundo dolor y el corazón encogido, el Arenas Club lamenta el fallecimiento de nuestro querido Kali tras una vida dedicada en cuerpo y alma a esta institución», comunicó la entidad rojinegra. Una noticia que consternó a todos los integrantes del equipo y al fútbol vizcaíno en general. En pocos minutos, las redes sociales estaban inundadas de mensajes de instituciones, clubes, entrenadores, jugadores y aficionados dando el pésame y expresando el gran cariño que el mismo 'Kali' les había transmitido a ellos en el día a día.

José Ángel Ortega 'Kali', de 54 años, había dedicado más de media vida a su amado Arenas. Más de treinta años al servicio del club por el que se desvivía, en el que mostraba una completa disponibilidad, afecto y cariño para todo aquel que lo requería, ya fuera algún miembro del primer equipo o de las muchas escuadras de categorías inferiores en las que también estaba presente. Los que mejor le conocen alaban su generosidad y su humildad en el trabajo y en el trato. Siempre dispuesto a aportar donde hiciera falta, pero sin alardes ni protagonismos.

«Kali no era un empleado, era familia. Durante más de treinta años vistió nuestros colores con una entrega incomparable, siendo testigo silencioso de triunfos, derrotas y momentos históricos. Sus manos cuidaron cada detalle, su sonrisa iluminó vestuarios y su compromiso trascendió lo profesional para convertirse en un pilar humano de este club», resalta el Arenas. 'Kali' personificaba muchos de los valores que cualquiera desea tener en un vestuario.

Con la profesionalización del apartado físico en el fútbol, su labor de masajista había pasado a un segundo plano. Aun así, todos los entrenadores le querían cerca por el cariño que le tenían los jugadores y por lo que éste les inculcaba con sus enseñanzas cercanas, largas charlas, humor y bondad. «Era el primero en llegar y el último en irse. Para él, el Arenas Club no era un trabajo: era su hogar, su pasión y su otra familia. Su legado no se mide en trofeos, sino en el respeto que cosechó de generaciones de jugadores, técnicos y aficionados que encontraron en él un amigo leal y un ejemplo de humildad», escribe el club arenero en su comunicado.

Su sonrisa imborrable brilló con más fuerza aún el domingo. Un día en el que, pese a estar cumpliendo un sueño y merecerse esa alegría más que nadie, siguió con sus quehaceres sin querer acaparar grandes protagonismos. «Hoy recordamos que su último día entre nosotros estuvo marcado por la alegría más pura: celebró, junto a toda la familia arenera, el título de campeones de Liga que devolvió a su amado equipo a lo más alto. Su Arenas, nuevamente campeón. Kali, con esa sonrisa franca que tanto le definía, vivió ese triunfo como un sueño cumplido. Un broche de oro a más de tres décadas de entrega absoluta», subraya el club.

«Hoy, el club entero llora su pérdida, pero también celebra la vida de un hombre extraordinario que nos enseñó que el verdadero valor del fútbol está en las personas», concluye la entidad arenera antes de dar el más sentido pésame a familiares, amigos y «a todos los que, como nosotros, tuvieron el privilegio de compartir camino con él». «Eternamente, uno de los nuestros», reza la nota. 'Kali' deja un legado imborrable. Un ejemplo de cómo trabajar desde la sombra, sin excentricidades, pero con el mayor cariño posible hacia los que le rodeaban, lo que siempre hacía, y al club al que se entregó sin descanso.

Este es el comunicado íntegro del Arenas confirmando la triste noticia:

Con profundo dolor y el corazón encogido, el ARENAS CLUB lamenta el fallecimiento de nuestro querido Kali, tras una vida dedicada en cuerpo y alma a esta institución.

Kali no era un empleado, era familia. Durante más de 30 años, vistió nuestros colores con una entrega incomparable, siendo testigo silencioso de triunfos, derrotas y momentos históricos. Sus manos cuidaron cada detalle, su sonrisa iluminó vestuarios, y su compromiso trascendió lo profesional para convertirse en un pilar humano de este club.

Era el primero en llegar y el último en irse. Para él, el ARENAS CLUB no era un trabajo: era su hogar, su pasión y su otra familia. Su legado no se mide en trofeos, sino en el respeto que cosechó de generaciones de jugadores, técnicos y aficionados que encontraron en él un amigo leal y un ejemplo de humildad.

Hoy recordamos que su último día entre nosotros estuvo marcado por la alegría más pura: celebró, junto a toda la familia arenera, el título de Campeones de Liga que devolvió a su amado equipo a lo más alto. Su Arenas, nuevamente campeón. Kali, con esa sonrisa franca que tanto le definía, vivió ese triunfo como un sueño cumplido. Un broche de oro a más de tres décadas de entrega absoluta.

Hoy, el club entero llora su perdida, pero también celebra la vida de un hombre extraordinario que nos enseñó que el verdadero valor del fútbol está en las personas.

Nuestro más sentido pésame a su familia, amigos y a todos los que, como nosotros, tuvieron el privilegio de compartir camino con él. Descansa en paz, Kali. Eternamente, uno de los nuestros.

Nada más conocerse la terrible noticia, Ibai Gómez, técnico de los areneros ha compartido un mensaje de condolencia. El pasado martes en el recibimiento del Ayuntamiento de Getxo, la preocupación por el estado de salud de Kali era palpable. Las caras de jugadores, cuerpo técnico, directivos y representantes de la corporación municipal de la Margen Derecha dibujaban una tímida sonrisa, debatiéndose entre una gesta inolvidable y el revés sufrido.

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