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Athletic 0 - Manchester United 3
El Athletic queda a expensas de un milagroEl fútbol puede ser muy cruel y la afición del Athletic lo comprobó en una de las noches más tristes de los últimos años. En ... apenas un cuarto de hora fatídico al final de la primera parte, a los rojiblancos se les hizo añicos su gran sueño de la Europa League, amasado durante ocho meses de una trayectoria extraordinaria. Es cierto que todavía queda la opción del milagro en Old Trafford, pero hay que reconocer que es una esperanza muy débil tras el 0-3 en un partido para olvidar. Los jugadores, comenzando por Iñaki Williams, enviaron al acabar un mensaje de valor y fe en la remontada. Estaban obligados a ello, aunque fuese para metabolizar el tremendo golpe recibido.
Athletic
Agirrezabala; De Marcos (Gorosabel, m.42), Vivián, Yeray, Yuri; Jauregizar, Galarreta (Prados, m.45); Iñaki (Djaló, m.87), Berenguer (Paredes, m.42), Nico (Unai Gómez, m.79); y Maroan.
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Manchester United
Onana, Dorg (Diallo, m.84), Yoro, Maguire (De Light, m.65), Lindelof, Mazraoui (Shaw, m.74); Ugarte (Mount, m.65), Casemiro; Bruno, Garnacho (Mainoo, m.84) y Hojlund.
Goles: 0-1, m.30: Casemiro; 0-2, m.37: Bruno Fernandes (de penalti); 0-3, m.45: Bruno Fernandes.
Árbitro: Espen Eskas (Noruega). Amonestó a los rojiblancos Yuri (m.36), Simón (m.58) y Yeray (m.60), y a los visitantes Mount (m.77), Garnacho (m.85) y Yoro (m.93); Expulsó a Vivián con roja directa (m.35).
Incidencias: 51.890 espectadores en San Mamés.
Era un día marcado en el calendario para hacer algo grande y acabó siendo uno torcido y desalentador. Al Athletic, sencillamente, todo le salió mal. Pudo adelantarse con dos ocasiones clarísimas de Iñaki Williams y Berenguer en los minutos 11 y 19, y no lo hizo. Pudo encontrarse con un árbitro menos sibilino y se encontró con el noruego Espen Eskas, al que un pequeño agarrón de Vivián le pareció merecedor de un penalti que conllevaba expulsión, y en cambio otro agarrón muy similar a Maroan no le pareció ni falta. En ese momento, la verdad, fue inevitable retorcerse un poco con la sospecha de que en esta Europa League los árbitros están por la labor de ser benignos con el Manchester, o directamente favorables a él, un club poderoso al que a la UEFA le gusta ver en la Champions. La Real Sociedad puede recordar su irritante experiencia en Old Trafford.
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San Mamés cargó contra Espen Eskas y con razón. No es que se le vaya a recordar como a Linemayr, pero casi. Aparte de sibilino, el noruego, mal colocado, hasta cortó dos buenos pases al Athletic. Ahora bien, reconocer que la tropa de Valverde tuvo mala suerte con el árbitro no impide exponer una realidad incuestionable: que el Athletic, hasta ahora una roca en su retaguardia, defendió muy mal en el 0-1, que Vivián cometió una imprudencia temeraria en el penalti, y que, tras el 0-3 al filo del descanso, el equipo se vino abajo y en la segunda parte ya ni compareció. Se limitó a encerrarse para intentar que la escabechina no fuera a mayores y lo acabó consiguiendo gracias a tres buenas paradas de Agirrezabala y a que el poste evitó un segundo gol de Casemiro.
Lo cierto es que nadie hubiera imaginado esta historia tan triste viendo cómo arrancó el choque. El Athletic se puso a dominar con autoridad. Todo funcionaba bien. Valverde había apostado por Berenguer como media punta, una opción que ya había utilizado otras veces, siempre en San Mamés y ante rivales, en teoría, inferiores: Espanyol, Slavia de Praga, Leganés, Osasuna o Viktoria Plzen. Contra enemigos de más postín, siempre había preferido una opción más defensiva, la de Unai Gómez. Estaba claro que el técnico rojiblanco pensaba que era una noche para ser valiente dando a su equipo el mayor vuelo ofensivo posible. Berenguer se lo dio y el Athletic pudo adelantarse en el marcador. Y parecía tener el partido bien controlado.
Se llegó así a la media hora, con el Athletic dominando y acercándose al gol y el United destartalado e impreciso, sin otro plan que dejar que corriera el minutero. Y entonces, cuando nadie lo esperaba, como si de repente cristalizar una maldición escondida, la tierra se abrió bajo los pies de los rojiblancos. Maguire, el central internacional del United, un tipo serio e hidráulico que como extremo derecho debería sentirse igual que un esquimal en Tombuctú, le lio por dos veces a Jauregizar y sacó un centro magnífico que, prolongado por Ugarte, cabeceó a la red Casemiro entrando al segundo palo. Fue un golpe muy duro para el equipo de Valverde, que no se esperaba nada parecido tal y como discurría el juego.
Lo peor, sin embargo, estaba por llegar. Y llegó de forma casi inmediata, dos minutos. Los de Amorim, viejos zorros dirigidos por un artista como Bruno Fernandes, se lanzaron hacia arriba, oliendo la sangre, como el boxeador que se lanza a por el rival que se acaba de levantar de la lona. Y Vivián cometió entonces un error que no olvidará toda su vida. Arriesgó en exceso, como ya hizo contra el Rangers con una agarrón que rompió la camiseta de Dressers yendo 0-0 en el marcador. El VAR no alertó al noruego sobre una posible mano punible de Garnacho y el central vitoriano agarró un poco por el hombro a Hojlund, que se fue al suelo. No pareció una relación causa-efecto, la mano en el hombro y el derribo, pero esas cosas se suelen pitar. Vivián, además, era el último hombre y no disputaba la pelota, de manera que se fue a la calle.
El Athletic ya no se recuperó. Su ilusión era tan grande y el golpe tan duro que los jugadores no reaccionaron. Acabó encajando el 0-3 en una brillante jugada de los ingleses, que no atraviesan una época brillante precisamente, pero están muy lejos de ser la banda del Mirlitón que algunos pregonaban. Supieron aprovechar sus oportunidades, golpear cuando debían y convertir la segunda parte en un trámite, un rondo muy largo en el que, sin arriesgar nada, por pura decantación natural del juego, acabaron pudiendo abrir una brecha mayor. Viéndole sobre el campo, el Athletic sólo quería que el árbitro pitara el final. Más que nada para poder hablar del milagro con un mínimo de convicción, algo que hubiera sido imposible con un 0-4.
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