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«Queremos que el día de la Primera Comunión sea especial desde el primer momento en el que entran en la peluquería. A las niñas les gusta cuidarse y están al tanto de las tendencias actuales». Silvia Pereira, dueña de Chic Bilbao, explica que «cada vez se le da más importancia a la imagen en este tipo de eventos». En su establecimiento ofrece un servicio de 'hair spa' para que puedan «disfrutar de la experiencia tranquilas y sentirse especiales». Además, en su local brindan la oportunidad de que puedan hacer algodones de azúcar, palomitas y también dibujar.
El objetivo es que no sea un evento más, sino que se convierta en «un recuerdo para siempre». Este es solo uno de los muchos ejemplos que refleja que las comuniones han mudado de piel. Lo que antes era un acto con una ceremonia religiosa y una comida familiar, ahora se ha convertido en un evento cada vez más caro. El número en los últimos años no ha variado mucho en Bizkaia.
Por el momento no hay estimaciones de cuántas niñas y niños van a celebrar el acto religioso esta primavera, pero según los datos que recoge el Obispado en el 2024, se oficiaron un total de 2.305, y el anterior fueron 2.300. Sin embargo, si se compara con las cifras del año 2019, ha habido una disminución del 35%. La gran caída se produjo antes: en 1988 hubo 10.000 y, una década después, 4.000. Es indiscutible que hay una tendencia a la baja. Todo apunta a que las que se celebran ahora son más exclusivas y, en mucho casos, el desembolso de los padres es mayor.
250 euros el vestido; otros tantos el tocado, el cancán, los zapatos y la chaqueta; 50 euros el peinado; alrededor de 1.600 el banquete, entre 200 y 250 euros los espectáculos de animaciones; una media de 3.000 un viaje a Disneyland París de regalo (dos adultos y un niño, por ejemplo); hasta 600 euros un albúm de fotos de estudio más los recordatorios… La Asociación Española de Consumidores estima que el coste medio de la celebración de una Primera Comunión ronda los 5.000 euros.
A pesar de que mayo es la fecha oficial, muchos comercios especializados empiezan a preparar el escaparate en octubre. «He notado que este año ha aumentado más la venta en los trajes de niño. Ellos lo dejan más para última hora, porque quizás lo ven más sencillo. Traigo diseños de toda la vida pero con toques más modernos. En el caso de ellas, triunfan los vestidos de lorzas color marfil. La parte de abajo es más clásica, pero la de arriba se ha actualizado con lazos de colores, flores, mangas hasta el codo…», explica Gaizkane Florín, responsable de la tienda Deye Moda Infantil del Casco Viejo, especializada en vestidos y trajes para la ocasión.
Los espectáculos de magia y animaciones también han cogido fuerza en este tipo de eventos, y con el paso de los años han ido a más. Javier Gragera, CEO de la compañía de teatro Lekim Animaciones, explica que muchas familias contratan sus servicios para que los niños puedan tener entretenimiento -sin que la climatología condicione-. «Ofrecemos un espectáculo completo para toda la familia que combina juegos, magia, baile y humor. Al trabajar con actores profesionales, le damos un plus de calidad. La gente que lo solicita es porque quiere divertirse en familia. Muchos restaurantes nos contratan porque es una manera de alargar la comida. Para ellos también es un beneficio, porque los comensales hacen sobremesa, toman algo… y eso supone un ingreso para ellos», aclara. «La época de comuniones comienza el último fin de semana de abril y hasta finales de junio estamos a tope», asegura.
Lo que sí que han notado las peluqueras es que «hay una mayor sensibilidad por la imagen». Las niñas solicitan, sobre todo, un semirecogido con trenza, y ellos un degradado. También se dejan el pelo más largo de cara al evento religioso. Sheila Jímenez, dueña de 'Pelukids', explica que «cada vez se le da más importancia a estos servicios. Como regalo de comunión a veces se regalan planchas de pelo», detalla la profesional.
«Ahora también vienen los niños. Se ha empezado a visibilizar más que ellos también se preparan. Eso sí, me niego a hacer brillos o mechas. He llegado a perder alguna clienta por no hacerlo, pero es que no comparto llevar a cabo tratamientos químicos a menores de dieciséis, ni tampoco maquillar. Creo que para este tipo de eventos tienen que mantener la esencia de niña», expone. Hay una cosa que no ha cambiado a lo largo de los años: prácticamente todas las familias quieren tener fotos de recuerdo de la Primera Comunión de sus hijos. Se hacen sesiones en estudios, en exteriores… «La tendencia más general es hacerlas fuera. Se combinan zonas de verde y de playa. Lo ideal es hacerlas en su ciudad o entorno para que sea algo propio», cuenta Naiara Aristi, fotógrafa de Bilbao. «Las fotos no pasan de moda. Verlas de vez en cuando en papel o en un álbum es especial. A las familias les hace ilusión. No es lo mismo hacerlas con el móvil que tener a un profesional dedicado exclusivamente a ello», matiza.
Muchas de las niñas que van a celebrar la Primera Comunión tienen ilusión por comprar su vestido. La prueba y la selección de complementos se convierte en un momento especial para ellas. Sin embargo, algunas prefieren lucir, con algún arreglo, los que llevaron sus madres. «Este año hemos tenido algún caso. Los tienen guardados y se los pasan a las hijas. Ellas están encantadas. Algunas comentan que se han gastado más en arreglar el vestido que en comprar uno nuevo», informan desde un comercio especializado. Como ocurre en las bodas, reutilizarlos puede deberse a una cuestión económica, pero también afectiva, porque simboliza un momento importante, y las protagonistas quieren disfrutarlo con el diseño que llevaron sus madres. A veces, incluso, primas mayores. «Estoy súper a favor de la reutilización. El valor sentimental que puede tener es muy grande y a las niñas les hace mucha ilusión, así que me parece un acierto. Es verdad que ahora no se llevan tan pomposos, antes se encañonaban mucho. Es cuestión de darle un toque diferente. Se puede adornar con una corona más actual y darle color con unas bailarinas verdes, por ejemplo», desliza Ana Vijandi, estilista bilbaína.
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