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El alto el fuego entre India y Pakistán anunciado poco después del mediodía de este sábado por Donald Trump, presidente de Estados Unidos, apenas se ... sostuvo unas horas. El sonido de las bombas retornó a Jammu y Srinagar, en la región india de Cachemira, y acalló la alegría que se había desatado entre los habitantes de este territorio repartido entre ambas potencias nucleares. Nueva Delhi acusó a Islamabad de violar repetidamente la tregua y anunció represalias.
La tensión regresó de inmediato. El secretario de Relaciones Exteriores de India, Vikram Misri, confirmó que las fuerzas armadas ya estaban «dando una respuesta adecuada y apropiada a estas violaciones». La inestabilidad reina en este conflicto. El primer ministro paquistaní, Shehbaz Sharif, se dirigió a su nación y dijo que si «alguien cuestiona su independencia», hará «cualquier cosa para defenderla». Aseguró, además, que hay «acusaciones infundadas» contra su país y negó haber reanudado su ofensiva. Alabó a Trump por su mediación e insistió en la vigencia de la tregua. Sin embargo, la violencia seguía en activo en varios puntos de Cachemira.
Antes de que todo se torciera, el ministro de Asuntos Exteriores de Pakistán, Ishaq Dar, anunció a primera hora de la tarde que los dos gobiernos habían acordado «un alto el fuego con efecto inmediato». Eso confirmaba la declaración de Trump. Desde el pasado miércoles Islamabad y Nueva Delhi han resucitado un enfrentamiento militar que suma episodios desde 1947 y que vive su peor crisis desde 1999. Los dos países llevan días intercambiando ataques con drones, artillería y misiles que han causado ya más de cien muertos. La chispa que reavivó este conflicto fue la muerte de 26 civiles el 22 de abril en la ciudad turística de Pahalgam, en la Cachemira india. Nueva Delhi acusa a Pakistán de apoyar al grupo yijadista que, presuntamente, cometió el atentado.
Ante un escalada que parecía acelerarse en las últimas horas, llegó la noticia del alto el fuego gracias a la mediación de Estados Unidos. Ambas partes acordaron reanudar las conversaciones a partir del lunes, según el secretario del Ministerio de Asuntos Exteriores de India. Tras el acuerdo, Pakistán informó de que reabriría su espacio aéreo. En India, 32 aeropuertos situados en el noroeste del país permanecen cerrados. El anuncio sacó a la calle a miles de ciudadanos de las poblaciones cercanas a la frontera en manifestaciones de júbilo.
El alto el fuego desató también una oleada de reacciones de apoyo. «Es una tregua «sumamente bienvenida», declaró el secretario de Estado británico de Asuntos Exteriores, David Lammy. «Insto a ambas partes a mantenerlo», pidió. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, deseó que este gesto sea el inicio del final de una confrontación histórica. China, gran aliado de Pakistán, saludó los esfuerzos de ambos países para pactar un alto el fuego y afirmó estar «dispuesto a seguir desempeñando un papel constructivo» en este proceso.
La posibilidad de una guerra a gran escala entre dos naciones con armamento atómico había puesto en guardia al resto del mundo. El secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, ofreció su mediación. China exigió «firmemente» a los dos países que optaran por la moderación. Y el ministro de Asuntos Exteriores saudí, Faisal bin Farhan, llamó a sus homólogos indio y paquistaní para hablar sobre los posibles caminos para poner fin al enfrentamiento. Esa presión internacional desembocó en el alto el fuego anunciado a primera hora de la tarde.
Todo parecía encarrilado para iniciar un proceso de negociación cuando una serie de fuertes explosiones estremecieron a última hora de la tarde las calles de Srinagar, la principal ciudad de Cachemira administrada por India. «El ejército paquistaní está atacando continuamente las fronteras occidentales; ha utilizado drones, armas de largo alcance y aviones de combate», informó un alto mando indio. Pakistán lo negó.
El alto el fuego anunciado este sábado es inestable entre estos dos países que suman más de 350 ojivas nucleares. El volumen de los arsenales es casi simétrico y hasta la actualidad han ejercido como amenaza, pero también como elemento de seguridad. Si Islamabad y Nueva Delhi recurren a ellos, la temida «destrucción mutua» está asegurada, Los principales estudios militares pronostican que se producirían entre 50 y 150 millones de muertes inmediatas y se abriría la puerta a un invierno nuclear de al menos diez años.
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