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Mark Carney dirigirá un Gobierno liberal en Canadá. Con un 94% de los votos escrutados, el Partido Liberal contabiliza 168 diputados frente a los 144 ... de los conservadores, un triunfo más que estimable del sucesor de Justin Trudeau, que a falta de unos pocos miles de papeletas por revisar se encuentra a siete escaños de los 172 necesarios para formar una mayoría.
Carney ha logrado la victoria especialmente sobre la base de una defensa de Canadá frente a los intereses expansionistas de Donald Trump. Para el presidente estadounidense han ido dirigidas algunas de sus primeras palabras tras certificarse que será el próximo primer ministro del país: «Trump no nos quebrará. Está intentando quebrarnos para que Estados Unidos pueda dominarnos, pero eso jamás sucederá«, ha sentenciado.
Entre quienes han dado la bienvenida al nuevo dirigente canadiense figura su homólogo británico, Keir Starmer, que ha enviado un caluroso abrazo a quien fuera gobernador del Banco de Inglaterra entre 2013 y 2020. Otro mensaje temprano, en este caso inesperado, ha procedido de China, cuyo Gobierno no ha llegado a felicitar a Carney pero sí ha declarado que «está dispuesto a desarrollar las relaciones» con Canadá «sobre la base del respeto mutuo, la igualdad y el beneficio mutuo». También el presidente Volodímir Zelenski ha hecho llegar un mensaje al nuevo jefe del Ejecutivo agradeciéndole su apoyo y convencido de que entre ambos se «fortalecerá» el camino hacia «la paz» en Ucrania.
Mark Carney y Pierre Poilievre, el líder conservador, estaban a primer hora de este lunes pendientes de su primera conversación formal tras los comicios. Aunque los resultados de su partido son mejores de los que algunos vaticinaban a finales de la pasada semana, la derrota de Poilievre es evidente, sobre todo cuando salía de partida con grandes perspectivas de triunfo. El candidato ha hecho una primera declaración en la que asegura haber aprendido una «lección difícil».
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El gran fracaso de la jornada electoral reside, no obstante, en el Nuevo Partido Democrático (NDP), que ha sacado siete electos, por debajo de los doce que la legislación considera el umbral mínimo para participar en las deliberaciones del Parlamento. Ha obtenido un 6,1% de las papeletas, aunque podría remontar su suerte en las conversaciones postelectorales. Si se quedan como están, los liberales tendrían una oportunidad con el NDP para sumar los asientos necesarios de cara a una mayoría parlamentaria.
La primera víctima política de estos comicios ha sido ya Jagmeet Singh, líder del NDP que ha anunciado entre lágrimas su renuncia a continuar al frente del partido. «Ha sido el honor de mi vida servir a la gente de Burnaby Centre», ha dicho en referencia a sus votantes. «Hay suficiente riqueza en Canadá para que todos vivamos la vida que merecemos», les ha deseado.
Mientras, el Bloq Quebecóis ha conquistado 23 escaños. Los soberanistas se han visto posiblemente castigados por el desplazamiento de numerosos simpatizantes a la candidatura de Carney, que en la campaña se ha perfilado como el baluarte contra las políticas expansionistas y arancelarias de Donald Trump.
A la 1.20 horas de la madrugada (las 7.20 en España), Carney subió al estrado preparado en la sede de su partido en Otawa para anunciar su triunfo. Todavía no se conocían todos los resultados finales dada la diferencia del arco horario entre la costa este y oeste del país y lo minucioso del escrutinio, pero sí existía una diferencia con sus rivales suficiente para confirmar la victoria. Destacó que tres son sus urgencias: nombrar un nuevo gabinete, presentar el Presupuesto federal y comenzar cuanto antes las negociaciones comerciales con Trump, «un vecino en ocasiones hostil». También señaló que uno de sus objetivos inmediatos es bajar los impuestos y contribuir a la unidad política del país. «Sin importar dónde vivan, sin importar el idioma que hablen, sin importar cómo hayan votado, siempre haré todo lo posible por representar a todos los que consideran Canadá su hogar», espetó a los ciudadanos.
Solo 26 kilómetros separan Canadá de Groenlandia, por el Estrecho de Nares, pero desde ayer, la verdadera distancia la marca el primer ministro Mark Carney. La amenaza directa de Donald Trump a la soberanía de ambos territorios árticos ha unificado a los canadienses en torno a su figura, por considerarle el hombre más apropiado para mantener el pulso que le ha lanzado su vecino del sur.
Poco después de que cerraran los últimos colegios electorales, la televisión pública canadiense, CBC, proyectó como ganador al primer ministro interino, nombrado por el partido para completar el mandato de Justin Trudeau. Su rotunda victoria electoral es también la primera en la que gana un escaño en su distrito de Ottawa, al tratarse de un neófito de la política a sus 60 años. Todo un estreno de alguien que promete dar la batalla a Trump y reorientar a su país hacia Europa y otros mercados del mundo después de haber vivido a la sombra de EE UU, receptor del 80% de sus exportaciones.
Desde Terranova hasta Vancouver, las urnas cerraron escalonadamente a través de los seis husos horarios del país. Pero mientras en Montreal contaban ya los votos con permiso de la Junta Electoral, que anticipaba una participación récord, en Vancouver las colas eran tan largas que fue necesario extender el cierre de los colegios electorales hasta las 22.30, hora local.
Los canadienses coincidían en calificar estas históricas elecciones como las más importantes de sus vidas. Unos comicios existenciales que definirán su papel en el mundo y, sobre todo, quién defiende su soberanía. Por proximidad ideológica, el electorado ha considerado que entregar el poder al líder de la oposición, Pierre Poilievre, de 45 años, hubiera sido casi como claudicar ante Trump, a pesar de que hasta enero pasado el Partido Conservador era el claro favorito, con 27 puntos de ventaja. Todo dio la vuelta cuando el desgastado primer ministro Justin Trudeau se retiró de la partida y Trump entró en ella, decidido a anexionarse Canadá como el 51 estado de la Unión. Ayer mismo renovó su amenaza en una publicación en Truth Social, que sin duda fue celebrada en el Partido Liberal.
Carney lo vio claro. En apenas dos semanas desde su nombramiento como primer ministro interino tomó la decisión estratégica más importante de su carrera: convocar elecciones. La jugada le ha salido bien, porque, hoy por hoy, los canadienses no creen que haya nada más importante que unirse de cara a la amenaza de Trump. El Ártico, que supone el 40% del territorio canadiense, se está derritiendo a una velocidad alarmante, pero el cambio climático ni siquiera estaba entre los diez temas que más preocupaban a los votantes en esta campaña, pese a tener Canadá la mayor línea costera del mundo. Y eso que Carney goza de extensas credenciales, al haber sido enviado especial de la ONU para Acción Climática. Él mismo relegó el tema en su campaña, porque sabe que a los votantes les importa más su papel como octavo gobernador del Banco de Canadá durante la crisis hipotecaria y, sobre todo, como el único presidente extranjero que haya tenido el Banco de Inglaterra. El financiero de 60 años supo navegar la transición del Brexit y recortar los tipos de interés antes de su salida para proteger al Reino Unido de la pandemia. Y si hay un tema que importe más a los canadienses que la amenaza de Donald Trump -solo uno-, era el costo de la vida, según una encuesta de Abacus.
Al tratarse de una democracia indirecta en la que el Parlamento elige al primer ministro, lo que se celebraba anoche era una victoria de partido. Ahora le tocará al Partido Liberal formar gobierno con la mayoría que le han otorgado las urnas. Con el 57% del escrutinio solo llegaba a los 163 escaños, a nueve de distancia de los 172 necesarios para la mayoría absoluta, por lo que aún se desconocía si tendrá que gobernar en minoría.
A la oposición no le ha ido tan mal, pese a que el 'Canadá First' de las camisetas se parece demasiado al eslogan trumpista. Por algo el presidente estadounidense sigue siendo popular entre los conservadores canadienses, lo que impidió a Polievre tomar más distancia. Aun así, los conservadores empezaron la noche sumando dos nuevos asientos en Terranova y Labrador, lo que provocó un rugido de entusiasmo entre los doscientos seguidores que se habían dado cita en el Centro Rogers de Ottawa para seguir los resultados. Hasta el ministro liberal Dominic LeBlanc reconoció que su partido había esperado mejores resultados de los obtenidos en la costa Atlántica. Quebec y las principales ciudades de Alberta compensaron esa decepción, pese a que los conservadores dominaron la parte rural de esa provincia petrolera. El Bloc Québécois perdió diez escaños a favor del Partido Liberal, que también arañó votos de los Nuevos Demócratas, prueba irrefutable de que Trump ha conseguido unir a los canadienses hasta suprimir el independentismo frente a la amenaza a su soberanía y la guerra arancelaria.
Con la victoria de ayer, la cuarta consecutiva desde que en 2015 Justin Trudeau lo guiase de nuevo al poder, el partido de centro izquierda marca su mayor periodo de gobierno desde los años noventa. En la jornada del apagón europeo, lo que cayó en Canadá fue la página web de la Comisión Electoral, durante casi dos horas. Munición para los conspiracionistas que acaban de encajar el vuelco electoral de estos comicios.
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