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Ha pasado una semana desde que se celebró el Día de la Madre. Los periódicos y los portales han dejado de dar la turra con ... los diez mejores regalos para sorprendernos y las rosas del jarrón del comedor, que llegaron desde los confines del mundo, comienzan a marchitarse. Siempre, cuando esa marea gelatinosa y medio perversa se retira, me queda un regusto amargo en la boca que se parece a la mala leche.
Ahora que ya no soy la madre del calendario, esa señora abnegada por una maternidad sacrificada, y vuelvo a ser la mujer que a tientas dio pistas a sus hijos de cómo sería el mundo que recorrerían sin mí, siento alivio. La profesión exige una dedicación exclusiva, en general mal remunerada, pero infinitamente preciosa. En el fondo, casi agradezco que criar a los vástagos sea un camino lleno de secretos que nunca descubrirán las campañas de marketing. No creo que sepan cuál es el mejor regalo, ni que les interese averiguarlo.
Las madres no suelen decir la verdad ni al médico, o al menos las de mis tiempos, que vivían trampeando conquistas como auténticas jabatas. La baja natalidad convierte a las madres de hoy en heroínas que han de franquear unos obstáculos que no tuvimos en otros tiempos. La naturaleza no tuvo a bien tomar medidas para que la edad fértil de una mujer no coincidiera con la época en que se crece laboralmente, así que la ciencia se puso las pilas y ayudó a tener una maternidad a la carta, con o sin padre, y cuando la producción de óvulos empieza a jubilarse.
Dicen que el aura de las mujeres que han parido tiene una especie de mordiscos en su etérea luz, como si el hijo nos hubiera robado un trozo de nosotras. El mismísimo Manolo Escobar dedicó a su madre una canción que no tiene desperdicio y dejando la ciencia o el folclore aparte, es verdad que lo que nos une con ellos está a caballo entre la ciencia ficción y la maravilla.
Por eso, y ahora llego a lo que quería llegar, no concibo que una madre geste para otra u otro a cambio de dinero. Me escandaliza que la maternidad pueda ser algo comercial sujeto a las leyes de oferta y demanda. Afortunadamente en España está prohibida por ley, pero las medidas tomadas por el Gobierno, de prohibir la inscripción en el Registro de bebés nacidos por gestación subrogada, me parecen estupendas. No puede ser tan fácil dejar la maternidad en manos de unas mujeres que están en condiciones de necesidad. Tener un hijo es bastante más complejo y condiciona la vida bastante más de lo que a simple vista parece; las cicatrices del cuerpo y del alma lo atestiguan.
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