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«Pese a ser una sociedad avanzada, somos vulnerables. Esta situación vuelve a evidenciar la necesidad de garantizar nuestra seguridad de forma integral, también en ... el ámbito energético y tecnológico». Imanol Pradales se resistía ayer a dar por zanjada la crisis por el apagón. Si bien la recuperación del suministro eléctrico y de la actividad cotidiana llevó a las instituciones vascas a reducir el nivel de emergencia, el lehendakari volvió a trasladar un mensaje de «cautela» a la sociedad porque, según subrayó, «todavía no estamos en una situación de plena normalidad».
Euskadi amaneció el martes prácticamente repuesta del gran apagón. Para las 6.00 de la mañana ya se había conseguido restaurar todo el suministro, aunque persistían ciertos problemas con el alumbrado público en varias localidades y con una barrera ferroviaria en Balmaseda, entre otros incidentes registrados. La recuperación permitió que el transporte público retomara sus frecuencias habituales, aunque con algunos problemas en los trenes, y servicios como Osakidetza y Educación continuaron con su actividad rutinaria más allá de los desajustes en las citas médicas que fueron suspendidas el lunes.
El Labi, el órgano interinstitucional para abordar la emergencia, se reunió a las 13.00 para evaluar la situación. El lehendakari y varios de sus consejeros, los diputados generales, la presidenta de Eudel, los alcaldes de las tres capitales y la delegada del Gobierno decidieron que la mejora de la situación permitía reducir el nivel de emergencia de la fase 2 a la 1, de manera que a partir de ahora cada administración gestionará sus propios recursos, aunque bajo la coordinación y apoyo del Ejecutivo autonómico. «Comienza la desescalada», sintetizó Pradales en un formato que hacía recordar la pandemia.
El propio lehendakari compareció al término del encuentro en Vitoria para anunciar la medida y para mostrar su «agradecimiento» a todos los que contribuyeron a mitigar la crisis, desde los servicios de emergencia «que han duplicado turnos» a los agentes policiales «que han garantizado la seguridad», pasando por los trabajadores del transporte público o los medios de comunicación. Extendió ese mensaje a toda la ciudadanía de Euskadi «por actuar con responsabilidad, calma y sentido común» ante un hecho imprevisto.
Se congratuló de que, con la información de la que disponía en ese momento el Gobierno vasco, la crisis no haya producido «daños personales» en Euskadi, aunque sí «materiales», sobre todo en empresas industriales electrointensivas, abocadas al reinicio de todos sus procesos. En cualquier caso, el mandatario nacionalista no se mostró triunfalista y quiso transmitir que hay que seguir en guardia. El apagón, vino a decir, ha dejado al descubierto el funcionamiento de una sociedad tan desarrollada como vulnerable.
Petición a Sánchez
Pradales, que estuvo en conversación tanto con los líderes de la oposición vasca como con el presidente del Gobierno central, incidió en la necesidad de que «se conozcan las causas» del apagón para «atajar el problema de raíz y tomar medidas para que no vuelva a ocurrir», aunque eludió entrar en hipótesis hasta contar con información clara. En un nítido mensaje a Pedro Sánchez, que había comparecido minutos antes desde el Palacio de la Moncloa, el lehendakari reclamó un «análisis integral, exhaustivo y transparente de manera urgente». Los datos objetivos, añadió, «son necesarios para solucionarlo definitivamente, para evitar la desinformación y para transmitir seguridad».
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