
Fernando León de Aranoa
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Fernando León de Aranoa
Fernando León de Aranoa (Madrid, 56 años) cambia de registro. Por unos días aparca el cine para adentrarse en la narrativa breve a través de piezas que juegan con el lenguaje, el fogonazo de ingenio, el humor y la expresión poética. Son historias mínimas, como las que acuñó su admirado Julio Ramón Ribeyro en 'Prosas apátridas', mediante cuentos concisos que exploran lo extraordinario en el territorio de lo cotidiano. 'Leonera' (Seix Barral) reúne un centenar de relatos en los que trata de poner orden al caos y explicarse experiencias como el amor, la muerte, el juego de espejos o la confusión entre lo vivido y lo imaginado, sin abandonar su vocación social, tan presente en sus películas y su primer libro, 'Aquí yacen dragones'. A través de estos textos se puede rastrear la admiración del autor por Raymond Carver, Julio Cortázar, Eduardo Galeano y un sinfín de escritores latinoamericanos.
-¿Por qué ha elegido el título de 'Leonera' para su colección de cuentos?
-Porque hace alusión a mi apellido, y porque habla del desorden de la vida. Escribir es intentar poner orden en las cosas, y supone una manera de indagar, explorar y entender lo que es la vida. Ya lo decía Julio Ramón Ribeyro: uno escribe no tanto para transmitir un conocimiento, sino para acceder a él. La curiosidad y el interés son, al final, los motores principales de la literatura.
-¿Y de ese ejercicio ha extraído alguna conclusión?
-No se trata tanto de entender lo que has hecho después, ese exceso de autodiagnóstico me parece muy malo, sobre todo para el trabajo creativo. No he querido hacer mi propia autopsia. Los beneficios o las ganancias -si es que los hay- tienen más que ver con el proceso que con el resultado. La ficción ofrece un montón de parapetos en la vida diaria, como son el humor, la poesía, el drama, la metáfora, la paradoja, que te ayudan realmente a gestionar las cosas.
-¿Qué piensa de la última idea de Trump de imponer aranceles del 100% a todas aquellas películas que se proyecten en EE UU y estén producidas fuera?
-Es una noticia que roza el surrealismo. Desconozco los matices, pero si los países que consumen cine norteamericano hicieran lo mismo y aplicaran una política de reciprocidad, EE UU tendría mucho que perder. La enorme mayoría del cine que se exhibe en las pantallas es norteamericano, anglosajón. En cambio, a una película española le es muy difícil acceder a su mercado.
-Para hacer una película se necesita un equipo y un esfuerzo financiero importante. En ese sentido, ¿escribir representa una liberación?
-En el cine no se trabaja solo, ese es también su encanto. Se necesitan actores, directores de fotografía, técnicos de sonido, editores... Que encajen todos esos esfuerzos es la parte más difícil. En cambio, ante el texto estás solo, de modo que el resultado es muy distinto también. La narrativa breve ofrece una libertad muy distinta. Y eso también me atrae.
-Los cuentos se venden mal. ¿Le presionan sus editores para que escriba textos de recorrido más largo?
-Eso de que se venden mal va a cambiar a partir de ahora. Escribir algo más extenso es un plan largamente deseado, en algún momento tendré que hacerlo. De hecho, ya tengo algunas cosas empezadas. El problema es que el cine ocupa todo mi tiempo. Poner en pie un proyecto cinematográfico requiere mucho tiempo y mucho empeño.
-Algunos cuentos parecen un esbozo.
-Son muy cortos, incluso algunos se acercan al aforismo. Con estas piezas narrativas trato de encontrar lo excepcional en lo cotidiano, en cosas muy pequeñas, que son comunes a todos: rupturas, relaciones, distanciamientos, fallecimientos... Y también en lo más rutinario. Lo excepcional está ahí, pero muchas veces no lo vemos porque la rutina nos arrastra.
-¿Cuál cree que es el poder de la ficción?
-La ficción es lo que sirve a los no creyentes para encontrar una explicación a cosas como el fallecimiento de una persona querida, y ofrece consuelo ante los dramas de la vida.
-Varios cuentos giran en torno a la figura del padre.
-Lo imaginario y la magia de lo cotidiano están muy mezclados. A veces me traiciona la imaginación: no sé si algo me ha pasado o me lo he imaginado. El paso del tiempo se expresa en ocasiones de manera melancólica, como cuando se hacen mayores las personas que queremos, nuestros padres. En mi caso, no fui consciente de la mortalidad hasta bastante tarde.
-Los finales no suelen ser cerrados, abren una puerta a la reflexión.
-Me parece interesante que sea el lector quien cierre el cuento. No es que le esté dejando el trabajo a él, sino que le invito a participar, a completar la lectura desde su lugar. A mí, como lector y espectador, me gustan las obras que me apelan y que me exigen un pequeño esfuerzo. Las que no lo hacen me aburren, ya se trate cine o narrativa.
-Habla bastante de las matemáticas.
-Me interesan porque no las entiendo, por eso me resultan maravillosas. Son una de las grandes expresiones del progreso y de la inteligencia. Yo habito un mundo completamente distinto, el de la especulación. Al final, escribir ficción es especular, es generar modelos de comportamiento de personas o de cosas –propios o ajenos– y ponerlos a prueba mediante una historia. Eso se parece muy poco a la ciencia. Me atrae el desconocimiento. ¿Cómo se explica el amor o el despecho con una fórmula científica?
-Pese a ser director de cine, no usa un lenguaje cinematográfico.
-La escritura cinematográfica es muy desnuda, sin estilo ni florituras. Escribir este libro no es fruto de un proyecto cinematográfico frustrado. Estos cuentos prestan una atención especial al lenguaje. Algunos cuentan hechos susceptibles de rodarse, pero la mayoría son reflexivos.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Conservas Nuevo Libe, Mejor Anchoa 2025
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Justine Wilson: seis hijos con Musk y un gran desengaño
Iñigo Fernández de Lucio
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.