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Dice Jorge Valdano de Sergio Ramos que «tiene los atributos del héroe»; Messi de Andrés Iniesta que «todos los jugadores querrían hacer los goles que hizo él»; el entrenador de Carolina Marín que «si hay alguien que no puede fallar, esa es ella»; la mujer de Schumacher acerca de su marido que es «tremendamente fuerte»; y el comentarista olímpico sobre Simon Biles que se trata de «una atleta única». La retahíla de adjetivos es inagotable y todos transitan la misma senda épica: inmenso, ejemplar, mago, fenómeno, extraordinario, único, imparable, una estrella…
Así retratan también a Carlos Alcaraz en el documental que acaba de estrenar Netflix. Las docuseries sobre deportistas o equipos –desde Pelé al skater Bob Burnquist, desde el Real Madrid a los Boston Celtics en baloncesto–, erigidas en género televisivo en sí mismo, son el último fenómeno al que se han rendido las plataformas de streaming. Amazon Prime, HBO, Netxflix... Todas les han hecho hueco entre las series nórdicas, las de crímenes reales o los realities de inmobiliarias de lujo.
Pero, ¿de dónde viene esta fiebre... y esta prolífica producción? «Responde a una necesidad del espectador de conocer el 'lado humano' del éxito. Durante años hemos visto a los deportistas como figuras casi inalcanzables y estos documentales han abierto la puerta a sus vulnerabilidades, sus luchas internas y sus procesos de crecimiento», explica Alejo García-Naveira, coordinador de la sección de psicología del deporte del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y profesor de la Universidad Villanueva. El productor Jordi Marquès incide también en el valor de ver a la persona que se esconde tras el deportista. «El deporte tiene épica y valores como la superación y el trabajo en equipo. Pero también hay odios, envidias, egos, traiciones... De ahí que sea razonablemente fácil tener una buena historia que contar». Porque, coincide con él García-Naveira, «hoy lo que conecta no es solo la victoria, sino la historia que la precede».
– A todos se les retrata como héroes, estrellas. Son los mejores, los números uno, irrepetibles...
García-Naveira: Muchos de estos productos tienden a mitificar al protagonista, se construye una figura casi épica. Pero también es una estrategia narrativa que busca inspirar y enganchar. ¿Exageran? A veces, sí. Pero si miramos más allá de la 'leyenda', también muestran las inseguridades, el sacrificio, la presión... Por ejemplo, el de David Beckham habla de sus éxitos deportivos, pero también de los problemas de salud mental, del acoso que sufrió, de sus manías, de los problemas que tiene con su pareja...
Sin ser los Beckham, otros deportistas de menos relumbrón también tienen 'historiones' en su biografía. «'Senna', dedicada al piloto de Fórmula 1 Ayrton Senna, es una joya audiovisual. En 'Hermanos y enemigos: Petrovic y Divac' el jugador de baloncesto Vlade Divac nos narra una historia de deporte, amistad y guerra que no deja indiferente a nadie. Y 'Red Army. La guerra fría sobre el hielo' muestra cómo la política internacional y el hockey se mezclan de forma magistral», añade otros ejemplos Marquès, productor de Minoría Absoluta.
Coinciden ambos expertos en que el género vive un 'boom', pero es difícil situar en el tiempo cuándo explota. «Yo diría que el punto de inflexión fue 'The last lance', el documental sobre Michael Jordan. No fue el primero, pero sí el que generó un antes y un después en cuanto a narrativa, producción y alcance. A partir de ahí, muchas plataformas vieron el potencial emocional y comercial de contar estas historias», opina el psicólogo. El productor se retrotrae a la etapa anterior de las plataformas de streaming, que llegaron a España en 2015. «Canal+ ya emitía 'Informe Robinson' con documentales sobre el mundo del deporte, como el dedicado al triunfo de la selección española en el mundial de fútbol de Sudáfrica del 2010».
Pero lo que empezó solo con el fútbol, hoy se ha extendido a (casi) cualquier deporte. «En los documentales de ciclismo, boxeo o Fórmula 1 el enfoque es más dramático porque el desgaste físico y mental es extremo y eso da mucho juego. Estas modalidades tienen un componente de riesgo y soledad que se presta bien al formato televisivo: el sufrimiento del cuerpo, la mente bajo presión... Son relatos potentes», destaca Alejo García-Naveira.
A Jordi Marquès le sorprende «el auge de los documentales sobre escalada, un deporte muy minoritario. Aunque no te interese, hay un título, 'Free solo', que pone los pelos de punta y genera una tensión a la altura de cualquier otro. También hay que ver 'The price of gold', que retrata la rivalidad entre las patinadoras Nancy Kerrigan y Tonya Harding por ganar el oro olímpico, que les lleva a los tribunales. Y en el submundo del deporte encontramos el título sobre los abusos sexuales del doctor Larry Nassar a gimnastas estadounidenses».
Las docu series sobre deportistas «están de moda», pero son una moda cara. «Producirlos cuesta mucho dinero porque los derechos sobre material de archivo deportivo tienen unos precios altísimos. Y como las televisiones y las plataformas te van a pedir que la obra no tenga límites legales, temporales ni territoriales, hay que comprar los derechos a perpetuidad y para todo el mundo, lo que encarece más el precio», explica el productor Jordi Marquès. Los protagonistas, sin embargo, suelen salir gratis. «Para ellos es una forma de hacerse conocer más allá del deporte y de ganar notoriedad», recuerda el psicólogo Alejo García-Naveira, quien recuerda la «buena acogida» de audiencia que tienen. «La mayoría no cobran porque son los primeros interesados en que se haga un documental sobre su vida. No deja de ser una moda y, por lo tanto, todos quieren estar dentro. Deben ceder sus derechos de imagen, derechos que normalmente tienen un precio muy elevado. Y si tienen sponsors personales, hay que gestionar muy bien cómo aparecen en pantalla porque, al fin y al cabo, el documental en un gran spot de publicidad para las marcas, de forma que esta vía ayuda a la financiación», completa Marquès. Pero sale rentable. «Si no tuvieran acogida, hace años que se hubiesen dejado de producir. El sector audiovisual no perdona». Los ven, cuenta el productor, «principalmente hombres de entre 35 y 70 años», aunque los dedicados a la selección femenina de fútbol y a algunas de sus más destacadas futbolistas están intentando «revertir esto» y ampliar, así, su público.
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