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Anunciada a bombo y platillo, con más de trescientas copias distribuidas en nuestra cartelera, un número nada desdeñable, se estrena la gran esperanza de los estudios Marvel: 'Thunderbolts'. Lo último de la Casa de las Ideas, que ya no parece tener tantas en el medio audiovisual, aunque de partida le quedan muchas por explotar en los tebeos, es uno de los títulos del año llamado a reventar las taquillas.
La llegada del filme a los cines viene precedida de una campaña promocional incansable que se ha empeñado en destacar un lema: «Esta es la buena». Por fin llega un nuevo pepinazo de la factoría manejada por Disney, o eso dicen sus creadores. La multinacional necesita insuflar energía al famoso UCM, el Universo Cinematográfico de Marvel, su franquicia más jugosa actualmente. Requiere urgentemente un gran éxito que suavice la sensación de hastío y quizás lo encuentre en una pandilla de antihéroes que busca, en espíritu, seguir la estela de 'Los Guardianes de la Galaxia' o 'El escuadrón suicida'.
Sin embargo, Jake Schreier, director de tan esperada película, bregado en el terreno de la realización de estimables series como 'Kidding' o 'Bronca', no es James Gunn, de quien pronto veremos su prometedora versión de Superman. Cumple con el expediente, sin estridencias, pero queda lejos de conseguir un tono arrebatador que fusione comedia y escenas de acción con la pequeña colección de traumas de los protagonistas (aquí recomendamos la serie de animación, también firmada por Gunn, 'Comando Monster').
Mercenarios decadentes
Los Thunderbolts son un desastrado grupo de mercenarios en franca decadencia. Más cerca de revelarse como una banda de villanos, de manera accidental derivan en un equipo heroico cuando el gobierno pretende deshacerse de sus servicios de manera letal. La unión hace la fuerza. Yelena Belova, la nueva Viuda Negra; Bucky Barnes, el Soldado de Invierno; Red Guardian, padre de Yelena y la desaparecida Natasha Romanoff (cómo echamos de menos a Scarlett Johansson); Ghost, con la capacidad de volatilizarse y atravesar las paredes; Taskmaster –rol harto desaprovechado–; y John Walker, quien fuera Capitán América por un día; son los elegidos para la gloria.
Sujetos marginados, con poderes poco llamativos, más centrados en el gimnasio y el uso de armas de diseño, se ven inmersos en la obvia necesidad de salvar el mundo. Para cumplir con la inesperada misión que les explota entre las manos, deben apartar a un lado sus rencillas y coordinarse para acabar con la amenaza. En el envite no falta la destrucción grandilocuente de mobiliario urbano y el intercambio de mamporros, siempre bajo la etiqueta «apto para todos los públicos».
El espectáculo resultante, inflado de antemano por 'influencers' y fans del género de superhéroes, es tan entretenido como falto de riesgo. Únicamente hay un atisbo de originalidad en un claro intento de ir más allá de la pura evasión cuando entra en juego una metáfora poco sutil sobre la depresión y la lucha contra nuestros fantasmas.
Valentía
«Cuando piensas en películas de superhéroes, siempre te imaginas personajes con poderes increíbles que pueden hacer cosas asombrosas en todo momento», afirma Florence Pugh, la nueva Viuda Negra. «Creo que Marvel ha sido muy valiente al empezar a explorar el funcionamiento interno de los personajes y mostrar a qué se enfrentan para estar siempre a la altura», agrega.
Respaldan a la actriz en el reparto Sebastian Stan, Wyatt Russell, Olga Kurylenko, Lewis Pullman, David Harbour, Hannah John-Kamen y Julia Louis-Dreyfu. Un casting sumamente entregado para interpretar a «auténticos outsiders que intentan encontrar su lugar en el mundo y descubrir si algún día serán dignos de ser algo más que simples villanos», señalan desde la producción ejecutiva. «Queríamos recuperar personajes que ya habían aparecido en el MCU y darles un giro sorprendente», dicen.
Hay que reconocer la capacidad de Marvel para dar la vuelta a personajes olvidados, que no son tan populares, y sacarles brillo más allá de lo cómics. Saben exprimir bien este tipo de perfiles. 'Thunderbolts' es bastante mejor que 'Capitán América: Civil War' y mucho más intensa y divertida que las últimas series para Disney+ con el sello Marvel.
Es cierto que el listón estaba tan bajo que puede haber cierta sensación de que nos conformamos con poco, pero un producto así era necesario: más desvergonzado y menos encorsetado. Funciona el esperado festival de humor de contraste, con puyas chispeantes entre los protagonistas, aunque sabe a poco. Las escenas de acción, bien orquestadas, están prácticamente todas en el tráiler, pero siempre es mejor verlas en pantalla grande (algunas copias se han lanzado en 3D).
En la parte dramática el espectador puede comprar, o no, las sobredimensionadas escenas de supuesto calado intelectual donde, en apariencia, los héroes hablan como adultos. Es cine de evasión. No quiere parecer otra e invita a una reflexión existencial que se queda a medio gas. «En el trasfondo de esta película hay una historia muy humana sobre cómo todos pasamos por pruebas en la vida y buscamos dentro de nosotros mismos el valor para afrontar los traumas del pasado», dicen sus productores. ¿Conecta con el público a un nivel más profundo de lo habitual? No exageremos.
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