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El tratamiento quirúrgico de la obesidad ha avanzado tanto en los últimos años que ya es posible operarse sin tener que someterse a una cirugía abierta. La técnica del 'balón ingerible' lo hace posible, mediante una sencilla intervención que se resuelve sin sedación ni quirófano en menos de 20 minutos. El procedimiento consiste en la toma una pastilla del tamaño de un antibiótico, que es en realidad una 'pelota' plegada que se infla con suero y un catéter una vez alojada en el estómago. «El tratamiento permite perder de 12 a 15 kilos en solo cuatro meses», según ha explicado este jueves la especialista Isabel Martínez, coordinadora de la Unidad de Obesidad del hospital Quirónsalud Bizkaia, en el foro Encuentros con la Salud de EL CORREO.
«Es una solución pensada para mayores de 18 años con un exceso de peso no tan grande como para requerir una cirugía mayor», ha detallado la experta, que en su intervención ha puesto especial énfasis en la importancia de «aprender a comer de forma saludable» durante el tiempo que se lleva el balón en el estómago. Un equipo de especialistas en nutrición se ocupa en esos cuatro meses de enseñar a los pacientes a mantener una dieta que no le devuelva al peso anterior. «El balón es una procedimiento fácil y eficaz para bajar peso sin esfuerzo, pero si no se aprovecha el tiempo para aprender a comer, los kilos volverán a recuperarse», ha advertido.
El tratamiento comienza dos días antes de acudir al hospital con la toma de varios medicamentos, que tienen como objetivo evitar posibles vómitos y proteger el estómago. Una vez en el centro sanitario, el paciente se toma la cápsula -«del tamaño de un antibiótico»- con un vaso de agua y pasa al quirófano, donde «sin necesidad de anestesia» se le introduce un catéter por la boca, que conecta con el balón. Se llena llena la bolsa con litro y medio de suero fisiológico, que tiene la misión de ocupar una parte del estómago para que el paciente se sienta saciado a nada que coma. Lleno el balón, el catéter se retira y termina la cirugía. Comienza el tratamiento nutricional, cuya principal misión consiste en acostumbrarse a comer de todo en cantidades adecuadas.«Lo que queremos es que se haga de forma moderada; es una cuestión de hábito», ha recalcado Martínez. Pasados cuatro meses, el balón se degrada y lo que queda de él, que es un residuo del tamaño de una almendra, se elimina sin sentirse a través de las heces.
La obesidad y el sobrepeso se evalúan mediante el cálculo del índice de masa corporal (IMC), una fórmula matemática que consiste en dividir el peso en kilos entre la altura elevada al cuadrado. Si la cifra resultante supera la cifra de 25 se tiene sobrepeso. Cuando iguala o supera el índice 30 se considera obesidad. «El problema, con frecuencia, suele ser que comemos deprisa por pura ansiedad, sin darnos tiempo a ser conscientes de que ya hemos ingerido lo suficiente», ha descrito la especialista de Quirónsalud Bizkaia, que ha patrocinado la sesión.
En teoría, una persona podría volver a meterse un balón inflable y perder de nuevo 12 ó 15 kilos. No es algo que esté contraindicado, pero según Isabel Martínez tampoco parece lo más adecuado. «Si se está ganando y perdiendo peso constantemente, la piel se resiente con tanto estiramiento, más allá de las consecuencias que algo así pueda tener para el metabolismo», ha indicado.
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