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El incremento de los casos de sarampión y de otras enfermedades infecciosas por la caída de las tasas de vacunación ha desatado las alarmas en ... todo el mundo. El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) ha lanzado esta semana un mensaje de preocupación «por las coberturas vacunales no óptimas» que se están registrando en el continente.
Según los datos del ECDC, en los primeros meses del año se han contabilizado 35.000 casos de sarampión en Europa (el 85% de ellos, en Rumanía), con 23 fallecidos. En España, el Instituto Carlos III ha recogido 193 casos desde el 1 de enero hasta el 20 de abril, con importantes brotes en el País Vasco y Málaga.
«Gracias a la vacunación, hemos erradicado la viruela y controlado enfermedades graves como la polio, la difteria y el tétanos. Es necesario intensificar los esfuerzos por mantener una alta cobertura de vacunación», señala Pamela Rendi-Wagner, directora del ECDC.
La clave del aumento del sarampión está en el incumplimiento de las recomendaciones de vacunar al 95% de los niños con la triple vírica. España no llega a ese porcentaje en la segunda dosis, la necesaria para considerar que se está inmunizado contra la enfermedad, aunque está cerca y la situación todavía no es preocupante. «En España, tenemos la suerte de que la enfermería pediátrica tiene una alta credibilidad. Pero sobre todo, tenemos que acabar con los bulos. El sarampión no se cura con vitamina A, el sarampión se previene con vacunas», explica el profesor Ángel Gil, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos.
Europa comienza a ver de cerca un problema que ya sufre de lleno Estados Unidos. La rubeola, las paperas, la polio, la difteria y, sobre todo, el sarampión, podrían convertirse en las próximas dos décadas, de nuevo, en enfermedades endémicas por la notable caída en las tasas de inmunización de la población. El caso de Texas, donde un brote ha dejado más de 600 contagiados, 64 hospitalizados y dos niños muertos, puede ser la nueva norma si no cambian radicalmente las políticas de vacunación, según advierte un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Stanford y de otras universidades publicado en la revista científica Journal of the American Medical Association (JAMA).
Con los índices actuales de vacunación, que se sitúan entre el 85 y el 93% dependiendo de los Estados, los científicos ya prevén 851.000 casos de sarampión al año, 170.200 ingresos y 2.550 muertes. Pero si se produce un descenso del 10% en las tasas de inmunización, la cifra de contagios se elevaría a 11,1 millones y en el supuesto de que los índices cayeran un 25%, el número de contagiados en los próximos 25 años podría elevarse a 26,9 millones, 5,4 millones de hospitalizaciones y 80.600 fallecimientos.
Desinformación
El informe enumera las causas del descenso de la vacunación: la falta de percepción de riesgo, después de la caída de casos por la amplia inmunización de la población en las décadas previas; la desinformación sobre la eficacia y la seguridad de las vacunas, que creció de forma muy importante durante la pandemia de la covid-19, pero que en Estados Unidos tenía una larga tradición de la mano de su fuerte movimiento antivacunas; y en concreto, las dudas sobre la triple vírica (sarampión, paperas y rubeola) tras la aparición en 1998 de un estudio que vinculaba esta vacuna con el autismo. La supuesta investigación fue rebatida y retirada, y su autor fue expulsado del Consejo General de Medicina de Reino Unido, pero el poso de desconfianza permaneció entre una buena parte de la ciudadanía.
«Lo que está ocurriendo en Estados Unidos, y también en el Reino Unido, es que las altas tasas de vacunación habían hecho que la enfermedad se considerara eliminada, pero no erradicada. Pero si la vacunación cae, el virus sigue estando ahí y aparecerán brotes», explica Ángel Gil.
«El descenso de las tasas de vacunación de los niños aumentará la frecuencia y el tamaño de los brotes de las infecciones prevenibles mediante vacunación previamente eliminadas, lo que finalmente conducirá a su retorno a niveles endémicos», resumen, por su parte, los autores del estudio, que avalan «la necesidad continuar con la vacunación infantil rutinaria con una alta cobertura para prevenir el resurgimiento de enfermedades infecciosas».
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