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'Una quinta portuguesa' es una película de personajes que tratan de encontrar su lugar en el mundo. Gente que lee, que escucha música clásica, ... que se detiene a pensar y a la que le gusta contar y escuchar historias. También aparecen emigrantes, casi ausentes del cine español. Ya salían en la ópera prima de Avelina Prat, 'Vasil' (2022), una fábula sobre la incomunicación y la soledad protagonizada por Karra Elejalde, que nació cuando el padre de la directora la llamó para contarle que tenía un búlgaro en casa. Pero, ojo, Prat, arquitecta y script junto a los mejores directores del cine español, no hace cine social, sino delicadas fábulas siempre más cerca del cuento de hadas que del crudo relato costumbrista.
El gran Manolo Solo da perfectamente el tipo de profesor universitario, en este caso de geografía. Ama los mapas y mide el espacio porque ello le ayuda a situarse en el mundo. Por eso cuando en la primera escena su mujer, emigrante serbia, regresa a su país sin decirle nada toda su cartografía vital se viene abajo. Huye a Portugal y en un hotel de playa fuera de temporada conoce a un jardinero español, que se muere pacíficamente a su lado y al que roba la identidad para trabajar en una quinta, una suerte de cortijo portugués con campos y árboles frutales regentado por una mujer que, como él, también intenta escapar de su pasado (María de Medeiros, 30 años después de 'Pulp Fiction').
'Una quinta portuguesa', en cines desde el 9 de mayo, resulta bastante más rica y compleja que el típico cuento sobre el urbanita que encuentra la paz y el amor en el campo. Rezuma encanto y serenidad en su retrato del paisaje y el paisanaje. Dan ganas de irse de vacaciones a Ponte de Lima, en el Alto Miño. Reivindica los placeres sencillos de la vida: una partida de cartas, un rico bacalao, el trabajo manual. Pero también funciona como intriga en la que todos los personajes esconden algo y juegan a ser quienes no son. He aquí el gran tema del filme: la identidad.
Y es que para Avelina Prat, la identidad es algo que se va conformando con el paso del tiempo. «No sólo la constituyes con tu lugar de nacimiento, sino que poco a poco se van incorporando vivencias que desembocan en la creación de nuevas identidades. Por eso, a la hora de dibujar a mis personajes, siempre me han interesado las personas que se han visto obligadas a emigrar o a cambiar de lugar». La elección de la preciosa casa en la que el devastado protagonista encuentra su verdadero hogar tampoco es gratuita: «Tiene elementos evocadores de misterio, es un lugar bucólico donde sus protagonistas se encuentran y comparten historias para ayudarse a superar sus traumas», justificó la directora en el Festival de Málaga.
Filmada con un gusto exquisito por la composición del encuadre, 'Una quinta portuguesa' debería cautivar durante muchas semanas en las salas por su emotividad y sencillez, por su inteligencia y melancolía.
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